El poder de volver a empezar

¿Puede una persona que lo ha perdido todo volver a comenzar? ¿Debería hacerlo? Tal vez esa sea una de las preguntas más profundas del alma humana. Todos, en algún momento, enfrentamos temporadas donde sentimos que algo terminó: una relación, un sueño, una oportunidad, una etapa de fe. Pero cuando todo parece acabarse, Dios aún susurra:…

¿Puede una persona que lo ha perdido todo volver a comenzar? ¿Debería hacerlo? Tal vez esa sea una de las preguntas más profundas del alma humana. Todos, en algún momento, enfrentamos temporadas donde sentimos que algo terminó: una relación, un sueño, una oportunidad, una etapa de fe. Pero cuando todo parece acabarse, Dios aún susurra: “No ha terminado”.

Columna invitada Por Jhona Ramírez, Pastor en Iglesia Acción Cristiana

Jesús entendía el valor de los nuevos comienzos. Cuando se encontró con la mujer sorprendida en adulterio, todos esperaban condena. Sin embargo, Él dijo: “Ni yo te condeno.Vete, y no peques más”. Esas palabras no solo liberaron a una mujer; inauguraron un nuevo comienzo. En esa escena se revela la esencia del corazón de Dios: no desecha a quien cae, sino que restaura a quien decide levantarse.

A lo largo de la Biblia, Dios muestra que los nuevos comienzos son parte de su lenguaje. Moisés fracasó en Egipto, pero volvió a empezar desde una zarza ardiente. Pedro negó a Jesús tres veces, pero volvió a comenzar junto al mismo fuego donde su Maestro le preguntó: “¿Me amas?”. Pablo persiguió a la iglesia, pero en el camino a Damasco descubrió el poder de volver a empezar.

Cada historia de redención nos enseña que el fracaso no es el final, sino un punto de partida. El problema no es caer; es quedarse ahí. Dios no busca perfección, busca corazones dispuestos a ser moldeados. La gracia no borra nuestra historia; la redime y la convierte en testimonio.

Quizá hoy hay algo en ti que necesita volver a comenzar: tu relación con Dios, tu matrimonio, tus sueños o tu propósito. Tal vez te has sentido estancado, cansado o indigno de otra oportunidad. Pero déjame recordarte algo: Dios no te mide por tus caídas, sino por tu disposición a levantarte. La misericordia de Dios se renueva cada mañana porque cada día es una nueva oportunidad para empezar otra vez.

A veces, volver a empezar implica soltar. Soltar lo que no funcionó, soltar la culpa, soltar el control. No puedes avanzar si tus manos siguen aferradas al pasado. Dios no puede llenar un corazón lleno de resentimiento, pero sí uno que se abre en rendición. No se trata de olvidar lo que pasó, sino de permitir que Dios use eso para construir algo nuevo.

El poder de volver a empezar no viene de nuestra fuerza, sino de su gracia. No se trata de ser fuerte, sino de ser sensible a su voz. Jesús no vino a buscar a los que tienen todo resuelto, sino a los que necesitan volver a comenzar. Él dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”.

Los comienzos más poderosos nacen de los finales más dolorosos. A veces, cuando todo se derrumba, en realidad Dios está reconstruyendo algo mejor. La cruz fue el final más oscuro, pero también el inicio más glorioso. La resurrección es la prueba de que Dios siempre tiene la última palabra.

Volver a empezar no es retroceder, es avanzar con más sabiduría. Cada herida puede convertirse en un maestro. Cada error, en un recordatorio de la gracia. Si algo te detuvo antes, esta vez será diferente porque no vuelves solo: Dios va contigo.

Así que levántate una vez más. No importa cuántas veces hayas fallado; el cielo sigue apostando por ti. La historia de tu vida aún se está escribiendo. Y mientras Dios siga siendo tu autor, siempre habrá capítulos nuevos por vivir.

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