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Un buen cristiano es un buen ciudadano

Procurad la paz de la ciudad… y orad por ella al Señor, porque en su paz tendréis vosotros paz.

Procurad la paz de la ciudad… y orad por ella al Señor, porque en su paz tendréis vosotros paz.

En este mes de septiembre, cuando conmemoramos la independencia de nuestra nación, se impone una reflexión urgente sobre el estado de nuestro país. Han transcurrido 2 años difíciles para Guatemala. Lejos de avanzar hacia un desarrollo integral, como sociedad nos enfrentamos a un retroceso preocupante. La pobreza, la violencia, la desconfianza institucional, la perdida de valores y la desesperanza han calado hondo en el alma de nuestra gente.

Guazacapan Guatemala 05-15-2019 christian mission team praying in Guatemalan village

Es precisamente en este contexto donde la fe cristiana debe alzar su voz con claridad y firmeza. No podemos seguir siendo espectadores pasivos ante una realidad que clama por justicia, verdad y transformación.

El cristiano auténtico no puede vivir encerrado en la esfera privada de su espiritualidad. La fe no se limita al ámbito devocional. Tiene implicaciones públicas, sociales, culturales y políticas. Un buen cristiano, en consecuencia, debe ser también un buen ciudadano.

Esta afirmación no es un mero lema motivacional. Es una convicción profundamente bíblica, teológica y ética. A lo largo de la historia, Dios ha exhortado a su pueblo a involucrarse activamente en el bienestar de la sociedad en la que vive. Así lo expresó el profeta Jeremías en su carta a los exiliados en Babilonia:

“Procurad la paz de la ciudad… y orad por ella al Señor, porque en su paz tendréis vosotros paz.” — Jeremías 29:7

Este llamado no fue dirigido únicamente a reyes o líderes religiosos, sino a todo el pueblo. Es una invitación a ejercer una fe encarnada, activa y transformadora.

Una espiritualidad que no evade, sino que transforma

El Evangelio de Jesucristo no nos invita a escapar del mundo, sino a transformarlo. Ser discípulo no se limita a asistir a un culto o tener una vida devocional privada. Ser discípulo es también amar al prójimo, actuar con integridad, defender la justicia, y buscar el bien común.

GUATEMALA, GUATEMALA CITY – June 25, 2023. Elections 2023.

Por ello, la ciudadanía cristiana va mucho más allá del ejercicio electoral o del cumplimiento de obligaciones legales. Implica conocer todo nuestro ordenamiento jurídico, involucrarse en la vida cívica del país y vivir con coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos.

La paz que nos desafía

Cuando la Biblia nos llama a buscar “la paz de la ciudad o de nuestro país”, no se refiere a una simple ausencia de conflicto. La palabra hebrea Shalom expresa una visión mucho más profunda: plenitud, bienestar integral, relaciones restauradas, justicia, equilibrio y desarrollo.

Buscar esta paz no es una tarea cómoda. Implica incomodarse, involucrarse, alzar la voz cuando otros callan, resistir la corrupción y denunciar la injusticia. Es salir de la comodidad individual para procurar el bienestar integral de toda la comunidad.

Agustín de Hipona definió la paz como:“La tranquilidad del orden.” Pero no cualquier orden, sino aquel que ha sido redimido por Dios, en el que las relaciones humanas se alinean con su voluntad, y donde se honra al prójimo como imagen del Creador.

Ciudadanos del Reino… y ciudadanos de esta tierra

Nuestra ciudadanía final está en los cielos (Filipenses 3:20), pero mientras vivimos en esta tierra, Dios nos ha colocado aquí con un propósito.

Somos embajadores de un Reino eterno, pero no estamos exentos de responsabilidad presente. Como cristianos, estamos llamados a construir, restaurar, sembrar y procurar el bienestar de la nación en la que hemos sido puestos.

Jeremías no llama a huir de Babilonia. Llama a plantar viñas, edificar casas, formar familias y multiplicarse… incluso en medio del exilio. Esa es una forma profunda de resistencia espiritual: prosperar y fructificar donde muchos solo ven desolación.

El mandato original de Génesis —“fructificad, multiplicáos, sojuzgad la tierra”— sigue vigente. Se trata de un mandato cultural que nos llama a participar activamente en la construcción de una sociedad justa, ordenada y próspera, desde cada esfera de influencia.

Este llamado no es exclusivo de líderes políticos, pastores o profesionales. Es una misión que concierne a todos: amas de casa, estudiantes, agricultores, obreros, artistas, empresarios y servidores públicos.

Cada uno, desde su vocación, puede contribuir al bien común.

¿Qué puede hacer hoy la Iglesia por Guatemala?

La crisis actual de Guatemala —económica, política, ética y espiritual— exige una Iglesia despierta, activa y comprometida. No basta con predicar desde el púlpito; es necesario ser sal y luz en todas las esferas de la vida nacional.

Desde nuestras plataformas de influencia, estas son algunas acciones concretas que como Iglesia podemos realizar:

• Promover los valores cristianos: amor, integridad, respeto, honestidad, solidaridad y responsabilidad.

• Brindar asistencia social, atendiendo tanto las necesidades materiales como espirituales de los más vulnerables.

• Ofrecer capacitación y consejería a familias, jóvenes, líderes y comunidades.

• Impulsar la educación, como pilar de transformación social.

• Servir a la comunidad, con proyectos tangibles de desarrollo.

• Tener incidencia pública, participando en la formulación de políticas que favorezcan el bien común.

• Fomentar el empleo, incentivando el emprendimiento con principios éticos.

• Buscar a Dios e interceder de forma constante por el país, sus “autoridades de turno” y sus instituciones.

• Romper paradigmas mentales negativos, que conducen al estancamiento o a la resignación colectiva.

• Organizarnos y cooperar, más allá de denominaciones, para tener mayor impacto.

• Exigir al gobierno de turno rendición de cuentas, sin caer en partidismos, pero sin perder la voz profética.

• Conclusión: Involúcrate… pero con discernimiento

La cultura moderna suele decir: “Persigue tus sueños”. Pero la carta de Jeremías nos ofrece un mensaje más sabio y profundo: “Involúcrate, pero ten cuidado con tus sueños”.

No todo anhelo personal proviene de Dios. Por ello, es indispensable vivir con discernimiento, obediencia y humildad.

El profeta Daniel es un modelo ejemplar: vivió en el exilio, influyó en la corte babilónica, destacó por su sabiduría y fidelidad. No se contaminó, no se rindió, no olvidó su identidad. Y al final, en lugar de glorificarse por sus logros, se humilló delante de Dios, abrió las Escrituras y clamó por la redención de su pueblo.

¿Eres tú un intercesor por tu país? ¿Buscas con honestidad el bienestar de Guatemala? ¿Oras con constancia y actúas en consecuencia?

Porque sí, un cristiano comprometido con el Evangelio es, sin lugar a dudas, un ciudadano comprometido con el bien común y con el futuro de su nación.

Este septiembre, elevemos nuestras manos y corazones por Guatemala.

Por nuestra nación.

Por nuestras familias.

Por: Pastor Luis Camarena Comunicador, Presidente Nacional de la Coalición Ministerial Cristiana de Guatemala – CMCG –

Pastor Principal y Fundador de Misión Internacional Kairos

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