¿Qué está pasando en Israel?

El ambiente en Israel está en constante movimiento.Desde el cielo baja la tristeza nuevamente en Jerusalem donde dos terroristas armados con ametralladoras dispararon contra la gente civil en una parada de autobuses en nombre de Hamas las organización terrorista que no deja de atacar por medio de guerrilla ahí donde puede, el día de ayer…

El ambiente en Israel está en constante movimiento.
Desde el cielo baja la tristeza nuevamente en Jerusalem donde dos terroristas armados con ametralladoras dispararon contra la gente civil en una parada de autobuses en nombre de Hamas las organización terrorista que no deja de atacar por medio de guerrilla ahí donde puede, el día de ayer al amanecer terroristas de gaza salieron de debajo de la tierra donde tienen sus túneles y atacaron por sorpresa un tanque que estaba de guardia en el lugar tirando dentro del mismo un explosivo que acabo con la vida de los 4 soldados de 20 años cada uno de ellos.

Panoramic view of Jerusalem, Israel


Gaza vuelve a estar cargada de humo, en las calles de la ciudad de Gaza los escombros son testigos de la destrucción de los edificios que tienen más de 10 pisos de altura y sirven al terrorismo de Hamas para tener puntos de observación sobre los movimientos del ejército de Israel y disparar desde allí sus raquetas contra los soldados. La advertencia de estos ataques ya se lleva dando desde hace dos semanas para que los civiles de la ciudad abandonen sus casas por temor a que estas puedan ser dañadas y así evitar la muerte de inútil de civiles gazaties.
La ferocidad de los bombardeos se siente y solo así se logrará persuadir a los responsables del ataque salvaje del 7 de octubre del 2023 para que liberen a los 48 rehenes que aún permanecen en los túneles de Gaza después de 705 días de soledad, oscuridad y falta de alimento y agua. Son 20 los que quedan con vida probablemente y 28 los que fueron asesinados por Hamas y retienen sus restos.
Pero detrás de cada explosión y cada cifra, palpita una verdad más profunda: Israel, la Tierra de la Biblia, vuelve a ser el epicentro de un conflicto que sacude no solo la región, sino también las conciencias y la fe de millones alrededor del mundo.
Los aviones israelíes surcan el cielo y, en segundos, un nuevo edificio alto cae al suelo. El ejército asegura que hubo advertencias de evacuación. El Ministerio de Salud de Gaza reporta 65 palestinos muertos y 320 heridos en apenas 24 horas, sabemos que su información no es veraz y sacan números de muertos que no existen, ni contabilizan a los terroristas armados como tales, Israel se esfuerza en evitar muertes inocentes y muchas veces da por cancelada una operación por saber que en el lugar quedan civiles inocentes.
Un alto mando militar definió la estrategia como un “huracán poderoso” para golpear las estructuras de Hamas, ´´pero sabemos con seguridad total que organización terrorista usa las zonas civiles y a la misma población como escudos humanos´´. Comento el mismo mando.
Israel cuenta con declaraciones desesperadas de gente de Gaza que relatan cómo los hombres armados de Hamas los obligan a quedar en sus casas y algunos logran escapar solo a último momento antes de ser explotados sus edificios, cuentan como debajo de los mismos los terroristas construyeron depósitos para sus armas y los túneles para poder moverse bajo tierra por todas partes.
Cuentan que la ayuda humanitaria entra en grandes camiones, pero la mayoría de ellos son desviados por Hamas a refugios de ellos y no llegan a la población civil, luego ponen los productos en marcados a la venta a precios que normalmente son imposibles de pagar para la gente desplazada por toda Gaza.
En Jerusalén, la realidad es otra pero igualmente desgarradora. En el barrio de Ramot, la mañana del jueves quedó marcada por la tragedia: dos atacantes palestinos abrieron fuego en una parada de autobús, asesinando a seis personas. Entre ellas, un joven español de 25 años, originario de Melilla. Decenas resultaron heridos antes que un soldado y un civil armado abatieran a los agresores.
El movimiento Hamas no tardó en pronunciarse, alabando el ataque como una “respuesta natural”. Para las familias israelíes, en cambio, fue un recordatorio de la fragilidad de la vida y del costo que paga el pueblo por habitar en una Tierra prometida desde tiempos bíblicos.
En medio del caos, Hamas difundió un video que muestra a dos rehenes israelíes. Entre ellos, Guy Gilboa-Dalal, con el rostro cansado y la mirada apagada. Su imagen ha recorrido los hogares israelíes como un símbolo del dolor compartido.
La presión interna aumenta: líderes militares y agentes del Mossad habrían pedido al primer ministro Benjamin Netanyahu evaluar un alto al fuego temporal. Hasta ahora, la oficina del premier se ha mantenido firme en la idea de no negociar bajo fuego. Sin embargo, la imagen de los rehenes ha removido los cimientos de la sociedad israelí, donde cada vida tiene un valor incalculable.
En paralelo, se libra otra batalla: la del relato internacional. El think tank BESA publicó un informe negando una política sistemática de genocidio, asegurando que las muertes de civiles son “incidentes aislados” en medio de operaciones militares legítimas.
Pero las organizaciones internacionales no coinciden. Señalan que el bombardeo del 25 de agosto al hospital Nasser, donde murieron 22 personas, incluidos periodistas, podría ser calificado como crimen de guerra bajo la llamada táctica del “doble golpe”.
Israel sostiene que Hamas convierte hospitales, escuelas y mezquitas en bases militares, lo cual coloca a civiles en primera línea de fuego. El debate es intenso, pero dentro de Israel la convicción es clara: el derecho a defenderse es innegociable.
En Tel Aviv, el analista militar Daniel Levi comenta con serenidad, aunque con preocupación:
“Israel camina sobre una línea muy delgada. Busca seguridad y rescatar a sus ciudadanos secuestrados, pero enfrenta el riesgo de un aislamiento diplomático si la guerra se prolonga.”
En Ramala, la investigadora palestina Samira Al-Khatib advierte desde otra perspectiva:
“Cada día sin tregua multiplica el sufrimiento y reduce cualquier posibilidad de reconciliación.”
Ambas voces reflejan el contraste que marca el conflicto. Pero lo cierto es que, para Israel, la supervivencia no es una opción política, sino una cuestión existencial.
La mirada desde la fe cristiana
Para millones de cristianos en todo el mundo, Israel no es un país más en el mapa. Es la Tierra donde caminó Jesús, donde fueron escritos los Salmos y donde se levantó el templo de Jerusalén. Lo que ocurre aquí toca fibras espirituales profundas.
Las Escrituras ya advertían: “Oiréis de guerras y rumores de guerras” (Mateo 24:6). Hoy esas palabras resuenan con fuerza. Y el llamado es claro: “Orad por la paz de Jerusalén” (Salmo 122:6).
Orar por Israel no significa ignorar el sufrimiento de los palestinos inocentes atrapados en la violencia. Significa, más bien, reconocer que Dios tiene un propósito con su pueblo y que estamos llamados a interceder por la protección de los hijos de Abraham, al tiempo que pedimos compasión y justicia para quienes padecen la guerra en Gaza.
Jesús mismo dijo: “Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). Los cristianos de hoy son invitados a ser puentes, a levantar la voz por los indefensos (Proverbios 31:8) y a proclamar esperanza donde parece que solo hay ruinas.
Historias que laten en el silencio
Entre los escombros de Gaza, un médico trabaja sin descanso. Ha perdido a dos colegas en los últimos bombardeos, pero continúa atendiendo heridos con la fuerza que solo da la convicción de salvar vidas.
En Jerusalén, Miriam, madre de tres hijos, relata cómo el disparo en Ramot cambió para siempre la rutina de su barrio. “Mis hijos ya no esperan el autobús tranquilos. Miran alrededor, nerviosos. A veces lloran antes de salir de casa. La infancia aquí nunca es igual a la de otros lugares.”
Y en Tel Aviv, cada sábado por la noche, cientos de familias se reúnen en la Plaza de los Rehenes. Velas encendidas, pancartas con nombres y fotos, y un clamor unánime: “Tráiganlos de vuelta.” Para ellos, la esperanza es un acto de resistencia.
Reflexión final
Israel vuelve a estar en el centro de la tormenta. No es la primera vez, ni probablemente será la última. Pero cada guerra, cada ataque y cada negociación, nos recuerda que en esta Tierra sagrada se juegan no solo batallas políticas, sino también espirituales.
Como cristianos, el llamado es claro: orar, interceder y proclamar la paz de Dios sobre Jerusalén. Reconocer el derecho de Israel a existir y defenderse, pero también clamar por misericordia hacia los inocentes de ambos lados.
El profeta Isaías escribió: “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré” (Isaias 62:1). Esa sigue siendo nuestra tarea hoy.

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