
La Semana Santa, tiempo sagrado para millones de cristianos, fue escenario de actos que muchos consideran una burla directa a su fe. En Kiev, Ucrania, un club nocturno presentó un espectáculo en el que una drag queen imitó la ceremonia ortodoxa de la aspersión de agua bendita, usándola para rociar al público mientras sonaba “Judas” de Lady Gaga.
Este acto coincidió con el inicio del festival LGBT “Sunny Bunny”, intensificando el malestar de los creyentes, que respondieron con protestas. Hubo enfrentamientos con la policía y varias personas fueron detenidas. Las imágenes del evento se difundieron rápidamente, desatando críticas en redes sociales.
Voces religiosas y políticas denunciaron el hecho como una provocación contra las tradiciones cristianas y la identidad nacional. No se trató, dijeron, de una simple expresión artística, sino de una afrenta deliberada en medio de la celebración más importante del calendario cristiano: la resurrección de Cristo.

En San Francisco, Estados Unidos, la polémica también se hizo presente. El colectivo “Sisters of Perpetual Indulgence”, conocido por sus representaciones satíricas de figuras religiosas, organizó un evento pascual titulado “Ninguna Pascua sin la T”. La actividad incluyó dinámicas para niños, como búsquedas de huevos y concursos de disfraces con títulos como “Jesús Atractivo” o “María Seductora”.
Los carteles mostraban a un “Jesús” tatuado rodeado de hombres con ropa femenina. En años anteriores, el evento ha premiado personajes como “Jesús Ken de Barbie” y una “Virgen de Guadalupe transgénero”. Para muchos, la participación de menores y la representación sexualizada de figuras sagradas traspasa los límites del respeto y cae en la blasfemia.

Organizaciones cristianas denunciaron el evento como ofensivo, atentando no solo contra su fe, sino también contra valores fundamentales como la inocencia de la infancia y el respeto al prójimo. Estos acontecimientos han generado una ola de reacciones en todo el mundo. Algunos defienden estas expresiones como parte del derecho a la libre manifestación artística.
Otros, en cambio, señalan que la libertad de expresión no puede convertirse en excusa para atacar lo que para millones representa lo más sagrado. Frente a estas provocaciones, líderes cristianos han llamado a responder no con violencia, sino con oración, testimonio firme y amor. Recordando el ejemplo de Jesús, invitan a los fieles a perseverar en la fe, mostrando dignidad incluso ante el desprecio.
La burla no disminuye el poder de la cruz ni el mensaje de la resurrección, pero sí pone a prueba la integridad de quienes creen. La verdadera respuesta, afirman, no es el odio, sino la fidelidad.