Se han instalado cámaras de reconocimiento facial y escáneres de huellas digitales en iglesias oficiales (Three-Self) de provincias como Jiangxi, Henan, Hubei y Shandong

En una nueva muestra del férreo control estatal sobre la religión, el gobierno de China ha intensificado la vigilancia en iglesias cristianas mediante la instalación de cámaras de reconocimiento facial y escáneres biométricos en diversas provincias del país. La medida forma parte de una estrategia nacional para “sinificar” la fe, es decir, adaptar las religiones a los valores y objetivos del Partido Comunista.
En provincias como Jiangxi, Henan, Hubei y Shandong, los feligreses deben escanear su rostro o huella dactilar antes de ingresar a los templos. En algunos casos, como en la ciudad de Huangshi (provincia de Hubei), los creyentes se ven obligados a formar filas frente a lectores biométricos, como si estuvieran “fichando” para entrar a su lugar de trabajo.
La instalación de estos dispositivos no se limita a las entradas principales: también hay cámaras sobre los púlpitos, en salones de oración y hasta en baños. Según medios internacionales, muchas de estas iglesias están conectadas al sistema de vigilancia nacional “Sharp Eyes”, que permite a la policía monitorear en tiempo real la actividad dentro de los recintos religiosos.

Organizaciones internacionales y defensores de derechos humanos han denunciado que esta vigilancia excesiva busca intimidar y controlar a las comunidades cristianas, especialmente a aquellas que no están registradas oficialmente ante el Estado. Los rostros de los asistentes quedan registrados en bases de datos que, en caso de considerar su comportamiento “sospechoso”, podrían afectar su historial crediticio, acceso a servicios o incluso derivar en arrestos.
El caso más emblemático ha sido el del pastor Wang Yi, líder de la iglesia clandestina Early Rain Covenant Church, quien fue condenado en 2019 a nueve años de prisión por “subversión contra el poder del Estado”. Su sentencia marcó un punto de inflexión en la represión contra las iglesias independientes en China.

Bajo el mandato de Xi Jinping, se ha promovido una campaña para alinear las prácticas religiosas con los principios socialistas, eliminando toda influencia considerada extranjera o que compita con la ideología oficial. Esta “sinificación” afecta no solo al cristianismo, sino también a comunidades musulmanas y budistas, que han sido sometidas a restricciones similares.
Diversas ONG han advertido que el uso de inteligencia artificial y vigilancia biométrica en espacios religiosos no solo vulnera el derecho a la privacidad, sino que socava gravemente la libertad de culto.