Brasil aprueba polémica “Ley Cristofobia”

El Congreso brasileño aprobó la llamada “Ley Cristofobia”, que busca penalizar actos o expresiones consideradas ofensivas contra símbolos o figuras del cristianismo. La norma, impulsada por sectores religiosos, abre debate sobre libertad de expresión y religión en uno de los países más diversos de América Latina. En un movimiento que ha dividido a la sociedad…

El Congreso brasileño aprobó la llamada “Ley Cristofobia”, que busca penalizar actos o expresiones consideradas ofensivas contra símbolos o figuras del cristianismo. La norma, impulsada por sectores religiosos, abre debate sobre libertad de expresión y religión en uno de los países más diversos de América Latina.

En un movimiento que ha dividido a la sociedad brasileña, el Congreso Nacional aprobó la denominada “Ley Cristofobia”, una normativa que busca sancionar a personas o grupos que realicen actos o expresiones públicas consideradas ofensivas hacia el cristianismo, sus símbolos o figuras sagradas. La medida, presentada por un bloque de legisladores evangélicos, pretende frenar lo que califican como un “creciente clima de odio y burla hacia la fe cristiana” en Brasil.

La ley surge tras años de controversias por representaciones religiosas en el Carnaval de Río y otras festividades culturales, donde imágenes de Jesús o de la Virgen María han sido reinterpretadas con fines artísticos o satíricos. Para los promotores de la norma, esas manifestaciones representan una agresión directa contra millones de creyentes. “Parece que en Brasil se ha vuelto normal insultar a Cristo. No se puede hablar mal de otras religiones o minorías, pero del cristianismo sí. Eso debe terminar”, afirmó el pastor Hernandes Dias Lopes, una de las voces más visibles del movimiento que impulsó la iniciativa.

El texto legal establece sanciones que van desde multas hasta penas de prisión para quienes incurran en actos definidos como cristofobia, es decir, odio o desprecio hacia personas o símbolos cristianos. Según el sitio Solidaria TV Bolivia, los legisladores defensores del proyecto sostuvieron que se trata de una “defensa legítima de la libertad religiosa” y del respeto a las creencias mayoritarias del país.

Sin embargo, diversos sectores sociales, académicos y culturales han expresado preocupación por lo que consideran una amenaza directa a la libertad artística y de expresión. Juristas advierten que la ley podría utilizarse de manera arbitraria para censurar manifestaciones culturales o críticas legítimas hacia las instituciones religiosas. “No existe un marco claro que diferencie entre una sátira cultural y un acto de odio. Este tipo de legislación puede abrir la puerta a la persecución ideológica”, señaló la abogada constitucionalista Fabiana Moraes.

Brasil, con más de 210 millones de habitantes, es un país donde el cristianismo —en sus vertientes católica y evangélica— tiene una influencia social y política considerable. Sin embargo, también es una nación caracterizada por su diversidad cultural y por la convivencia de múltiples expresiones religiosas y artísticas.

La aprobación de la “Ley Cristofobia” ha generado un amplio debate sobre los límites entre la protección de la fe y el respeto a la libertad individual. Mientras los grupos religiosos celebran lo que consideran una victoria moral, los defensores de derechos civiles advierten que la norma podría marcar un retroceso en materia de libertades democráticas.

El gobierno brasileño, que ha mantenido una relación estrecha con sectores evangélicos, no ha emitido un pronunciamiento oficial contundente, aunque fuentes legislativas señalan que el Ejecutivo planea reglamentar la aplicación de la ley en las próximas semanas. En tanto, colectivos artísticos y movimientos laicos preparan recursos judiciales para impugnarla ante el Supremo Tribunal Federal, que ya ha recibido denuncias de posibles violaciones al principio constitucional de laicidad del Estado.

El debate, lejos de cerrarse, parece apenas comenzar: Brasil se enfrenta ahora a la difícil tarea de equilibrar el respeto a la fe con la defensa de la libertad de expresión, dos pilares esenciales en una democracia plural.

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