En la vida ministerial hay muchas formas de servicio. Algunas son visibles desde los púlpitos; otras, silenciosas desde los hogares. Pero hay una combinación que, cuando se vive con integridad y entrega, impacta a toda una generación: ser madre y ser pastora.
Este mes celebramos a todas las madres que han doblado sus rodillas para clamar por sus hijos, y en cuyos hogares el Evangelio ha echado raíces gracias a su fe.
También compartimos los testimonios de mujeres que han respondido al llamado de Dios, combinando su fe con su rol pastoral. No han dividido su vida en dos, sino
que han integrado el liderazgo y la maternidad como una expresión plena de su propósito.
Ser madre no es una pausa en el ministerio; es parte de él. Cada enseñanza, cada abrazo, cada madrugada en oración por un hijo también es una forma de predicar. Y ser pastora no representa una carga adicional, sino una extensión del corazón que ya cuida, guía y acompaña. Como dice la Escritura: “Ella abre su boca con sabiduría, y la enseñanza de bondad está en su lengua” (Proverbios 31:26).
En estas páginas intervienen muchas mujeres, reflejo de que Dios continúa llamando, capacitando y levantando líderes femeninas con un propósito eterno. Sus testimonios son ejemplos vivos de la fidelidad de Dios y de la bendición que Él añade a quienes responden con valentía.
Además, esta edición tiene un significado especial: celebramos el primer año del regreso de La Palabra en su formato impreso. Doce meses han pasado desde que volvimos a circular en las calles y en los ministerios dentro y fuera de la ciudad. El objetivo sigue siendo el mismo: informar, edificar y unificar al Cuerpo de Cristo en Guatemala.
Ha sido un año marcado por el compromiso, la excelencia y la obediencia. Hemos tocado puertas para que más líderes y ministerios se unan a compartir información en nuestras páginas y ese esfuerzo ha permitido que cada edición sea una oportunidad: una historia que levanta, una verdad que edifica, una palabra que transforma.
Hemos dado voz a las acciones sociales de la iglesia, a las iniciativas de oración y a contenidos que fortalecen el entendimiento del rol de la iglesia en la sociedad.
Por eso, expresamos nuestro más profundo agradecimiento a quienes han hecho posible que este proyecto siga creciendo: a los lectores que mes a mes nos buscan como fuente de esperanza; a los anunciantes que creen en nuestra misión y la respaldan; y al equipo de pastores, líderes y columnistas que han contribuido fielmente con su conocimiento y sus vivencias.
En un mundo saturado de voces e ideologías, los medios cristianos tienen un papel crucial. Son luz en medio de la oscuridad, instrumentos de evangelismo que alcanzan incluso a quienes nunca han puesto un pie en una iglesia. La Palabra no solo informa: también guía, fortalece y siembra. Por eso, nuestra labor no es solo un proyecto editorial, sino una misión espiritual.
Con expectativa, nos preparamos para seguir escribiendo un nuevo capítulo en la historia de este medio pionero, confiando en que seremos un reflejo del esfuerzo de la iglesia por cumplir la Gran Comisión.