Por Rebeca Permuth de Sabbagh.
Presidenta Honoraria Comunidad Judía de Guatemala
“¡Judíos regresen a Polonia!”. Un estudiante judío en la televisión relata qué es tomar exámenes finales cuando afuera del salón están llamando al genocidio de su pueblo
Por un momento cambiemos las frases discriminatorias contra los judíos, que ya se han normalizado en las otrora prestigiosas universidades americanas y por un momento sustituyámoslos por: “Negros regresen a África”; “Musulmanes lárguense a Arabia”; “LGBTQ+ escóndanse en su clóset”. ¿Sería aceptable la segregación si un grupo vestido de KKK hiciera una barricada humana y les dijeran a los negros que no pueden entrar a su universidad? Claro que no. Pero los “activistas” lo hacen invocando que las acciones que toman son justificadas por el supuesto genocidio en Gaza. ¿Dónde están las autoridades universitarias sancionando esta conducta ilegal?
Es irónico, los manifestantes no tendrían libertad de expresión en los regímenes autoritarios que glorifican.
Feministas pro-Hamás: ustedes muy progres se cubren el rostro con una keffiyeh, pero descubren cualquier otra parte de su cuerpo; ¿qué tal si alzan su voz por las mujeres que son oprimidas en las dictaduras de Medio Oriente? Por las que han sido vapuleadas a muerte por la “policía de moralidad” por querer sentir, aunque fuera por un breve instante, la libertad de llevar su pelo descubierto.
Manifestantes americanos: seis de los 136 secuestrados que aún están en Gaza son estadounidenses, pero ustedes no han mostrado su solidaridad ni una sola vez. Paradójicamente, ocupan ilegalmente edificios, mientras protestan porque Israel es supuestamente una potencia ocupante en la tierra de la que justamente son nativos. Afirmando que sus protestas son pacíficas, mientras violan los derechos civiles más básicos de los estudiantes judíos. Retuercen la verdad igual que Hamás, mientras se dan ínfulas de grandeza creyéndose ser una especie de Martin Luther King Jr.
Estos peligrosos indoctrinados han recibido felicitaciones de los terroristas de Hamás y de los hutíes en Yemen. ¡Algo muy malo deben estar haciendo! Aunque les paguen caras colegiaturas, no les pueden comprar un pensamiento crítico porque aprenden en TikTok, donde el comunismo escoge el contenido. Talvez si van a estudiar a Irán, entiendan qué es vivir en una dictadura y aprecien las libertades que han degradado.
Un internauta al ver la estatua de John Harvard vandalizada comentó que esta universidad ya estaba “conquistada”. Recordé cuando Hitler “invadió” a Austria, sin oposición y entre aplausos. Con igual entusiasmo estas universidades se han anexado al califato islámico.
Me cuestioné si durante la II Guerra Mundial hubieran existido las redes sociales, ¿se habrían salvado más judíos durante el Holocausto? Ingenuamente pensé como Ana Frank que “…a pesar de todo, la gente es realmente buena de corazón”. Después del 7 de octubre, la respuesta es evidente: hubiera sido peor. La desinformación y la manipulación de los medios son en gran medida responsables del aumento del antisemitismo. Joseph Goebbels, ministro de propaganda Nazi, ajustaría su infame frase y ahora diría: “Si un “fake news” se repite suficientes veces, se convierte en la verdad”.
“Después del sábado, viene el domingo” dice un refrán árabe. Más que enunciar lo obvio, para los radicales islámicos, es una referencia a que después de acabar con los judíos -que santifican el sábado-, seguirán con los cristianos -que celebran el domingo-. Van por todos los “infieles: incluidos los “woke” (¿podrían por favor despertarse?), los tontos útiles (incluso si están matriculados en universidades élite) y aquellos que ahora sienten una especie de vergüenza colectiva por ser blancos (inadaptados sociales que intentan desesperadamente pertenecer).
No nos confundamos, las protestas tienen poco que ver con lo que sucede en Gaza, y todo que ver con la islamización de Occidente. Este explosivo antisemitismo es más que un problema judío. El enemigo lleva décadas invirtiendo en áreas como la academia. Le apostaron a indoctrinar borregos y les está resultando.
El enemigo está desenmascarado, aun cuando busque impunidad escondiéndose cobardemente detrás de una keffiyeh. La pregunta es: ¿qué hará el mundo libre al respecto? ¿Se dejará nuevamente conquistar por los verdaderos colonialistas, imperialistas y opresores? ¿Despertará de su autodestructivo letargo para rescatar sus libertades?