Orar en todo momento

Por: Marly Leonzo de Armas Por gracia, hija de Dios. El pasaje de 1 Tesalonicenses 5:16-18 TLA nos invita a una práctica aparentemente sencilla: “Estén siempre contentos. Oren en todo momento. Den gracias a Dios en cualquier circunstancia”. Sin embargo, aplicar estas palabras en la vida cotidiana puede ser un gran desafío, especialmente cuando las…

Por: Marly Leonzo de Armas

Por gracia, hija de Dios.

El pasaje de 1 Tesalonicenses 5:16-18 TLA nos invita a una práctica aparentemente sencilla: “Estén siempre contentos. Oren en todo momento. Den gracias a Dios en cualquier circunstancia”. Sin embargo, aplicar estas palabras en la vida cotidiana puede ser un gran desafío, especialmente cuando las circunstancias no se alinean con nuestras expectativas o enfrentamos dificultades.

Es fácil pensar ¿por qué no cambian las cosas si estoy orando? Orar no es simplemente repetir palabras o seguir un guion predeterminado, es hablar con Dios de una manera auténtica. Es abrir nuestro corazón, reconocer su grandeza, agradecerle por su misericordia, y presentar nuestras peticiones con humildad. Sin embargo, lo que muchas veces olvidamos es que la oración no es una lista de deseos que buscamos se cumpla de inmediato; es un diálogo continuo y transformador con nuestro Padre.

Es lógico que deseamos ver cambios instantáneos, pero Dios no opera bajo nuestra agenda de tiempo. Es aquí donde la oración se convierte en un ejercicio de fe. No oramos solo para cambiar nuestras circunstancias, sino para que Dios nos transforme a nosotros a través de ellas.

Uno de los aspectos más desafiantes de la oración es el llamado a interceder por nuestra nación y por las autoridades, incluso cuando no votamos por ellas… Y “toca” hacerlo. No es una tarea fácil, pero es necesaria, ya que nuestras oraciones tienen un impacto, lo que sucede en el plano espiritual tiene la capacidad de influir en el plano físico, aunque no lo vemos de manera inmediata.

Por lo tanto, en medio del caos, del desánimo o de la incertidumbre, de las malas noticias de lo que suceden en el país la oración no solo debe ser nuestra respuesta, sino nuestro refugio. La oración es nuestro puente entre lo temporal y lo eterno, entre nuestras limitaciones y la soberanía de Dios.

Así que, aunque no sea fácil, sigamos orando. Sigamos creyendo que nuestras palabras, cuando se alinean con la voluntad de Dios, tienen poder para transformar lo que vemos y lo que no vemos. Orar por Guatemala sigue siendo la respuesta para que los planes perversos de unos no se concreten y los planes de Dios se hagan visibles en toda la nación por la oración de muchos.

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