Aspectos a considerar sobre la prosperidad

Por: Dajanny Berges Esposo, padre y amigo. Escritor en plataformas digitales por más de 15 años. Mucho se ha escrito y producido en contra de la mal llamada “teología de la prosperidad”. Esas enseñanzas que dicen que con tan solo declarar, decretar, profetizar y creer fuertemente las cosas pasarán. Yo estuve por mucho tiempo en…

Por: Dajanny Berges

Esposo, padre y amigo. Escritor en plataformas digitales por más de 15 años.

Mucho se ha escrito y producido en contra de la mal llamada “teología de la prosperidad”. Esas enseñanzas que dicen que con tan solo declarar, decretar, profetizar y creer fuertemente las cosas pasarán. Yo estuve por mucho tiempo en ese círculo vicioso de querer más y mejores cosas, que no es malo en sí, pero sí es malo cuando no se quieren para lo que es correcto o cuando el corazón está en las cosas y no en el dador de las cosas, que es Dios.

¿Qué lleva a alguien a creer esas enseñanzas de prosperidad personal? Yo creo que el ser humano quiere lograr lo máximo con el menor esfuerzo posible. En una realidad que la tecnología nos ayuda a lograr mayores cosas con menos esfuerzo, el vehículo nos lleva a lugares más rápido y más cómodos. El microondas hace lo mismo, y para algunos, el Evangelio hace exactamente lo mismo.

Hay dos tipos de personas que son afectadas por estas enseñanzas: a las que les funciona y a las que no. A las primeras, a quienes emplean estos métodos y ven un incremento en sus ingresos o aumento en sus finanzas y bienestar personal, serán defensores y promotores reacios de estas enseñanzas. A las que nos les funciona, es decir, a quienes emplean estos métodos y no ven un incremento y aumento en sus finanzas y su bienestar personal, serán paradójicamente, personas que se culpen por algo y crean que son ellos el problema.

El riesgo de los que sí les funciona, es que como dijo el sabio Salomón, las riquezas son pasajeras y cuando ya no estén ¿qué será de ellos? ¿Pasarán al bando número 2? El riesgo de los que no les funciona es que, en el peor de los casos, se desencanten del Evangelio y se aparten de los caminos de Dios.

En el mejor de los dos casos es que logren comprender qué dice la Biblia sobre el bienestar personal y su verdadera aplicación. Entonces, ¿cómo pedir? ¿qué decir ante la necesidad y la enfermedad? El Salmo 20 nos deja grandes enseñanzas sobre la humanidad, la grandeza de Dios y su voluntad: “Que el Señor te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja. Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo.”

Cuando pidamos, oremos o roguemos a Dios por Su misericordia, Él puede proveer, puede sanar, puede restablecer, ¡claro que lo puede hacer! pero nuestra tranquilidad no descansa en tener, en ser sanos o el bienestar, nuestra tranquilidad descansa en la confianza en Dios. Así lo dice el Salmo 20:7-8 “Estos confían en sus carros de guerra, aquellos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.” Así que, a la próxima no tengamos miedo de pedirle a Dios que sane, que provea o que obre el milagro específico, hagámoslo, pero reconozcamos que nuestra vida descansa en el Señor, nuestro Dios.

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