Por: Fabiola Cordón de Muñoz
Pastora general de Ministerios Ríos de Fe Internacional.
Licenciada en Teología y Ministerio Práctico, Universidad San Pablo de Guatemala
Una de las bendiciones más grandes es haber nacido en un país tan precioso y especial como Guatemala. Un país donde la tasa de creyentes está por encima del 40% y se encuentra en ascenso.
Guatemala, un país que recibió la visita del primer misionero evangélico en 1871, durante el gobierno del presidente general Justo Rufino Barrios, llamado John Clark Hill, un hombre que Dios envió a establecer la presencia permanente del protestantismo en nuestro país.
Si bien la nación ha pasado por diversas crisis, tiene la bendición de tener a muchos creyentes que nos congregamos, oramos, ayunamos y predicamos el Evangelio, tanto en templos como en casas, como lo describe la escritura en Hechos 2:46 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”.
Es la tierra que Dios nos dio para conquistar con la Palabra genuina del Evangelio. Se ha dicho de Guatemala que es faro de luz a las naciones, por eso creemos que el avivamiento prometido está ocurriendo ya y es muy importante exteriorizar nuestro amor ella cumpliendo cada día más la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. (Mateo 28:19).
Cuando hay amor en el corazón se está dispuesto a hacer lo que sea por demostrar ese amor, creemos firmemente que este es el tiempo de demostrar cuánto amamos a Guatemala, orando y ayunando aún más por ella, anunciando a todos las virtudes de Aquel que la puede sacar de las tinieblas a su luz admirable.
Otra forma de amar a nuestra Guatemala es haciendo todo con excelencia, si este principio es la bandera de nuestra vida cristiana, nuestro entorno inmediato será trasformado porque de esa manera reflejaremos al Dios magnífico y de orden, en quien creemos y a quien servimos.
Amemos tanto a Guatemala que trabajemos fervientemente en su transformación, que sea una nación cada día más diferente en todos los ámbitos que la conforman: económico, social, cultural y político. Que llegue el día que las naciones de la tierra puedan ver a Guatemala y digan: “Verdaderamente Dios está en esa nación”, no perdamos la esperanza de llevarla a la transformación total.
Hay una meta de amor que debemos alcanzar según Apocalipsis 21:24 “Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.” Es decir que debemos buscar inscribir a Guatemala en esa lista de naciones que deben ser salvas.