Masacre en Nigeria dejan más de 200 cristianos asesinados

Extremistas fulani desatan una ola de violencia en Benue entre el 8 y el 14 de junio; organizaciones denuncian genocidio y exigen acción internacional.

Extremistas fulani desatan una ola de violencia en Benue entre el 8 y el 14 de junio; organizaciones denuncian genocidio y exigen acción internacional.

Entre el 8 y el 14 de junio, el estado de Benue, en el centro de Nigeria, fue escenario de una de las peores masacres recientes contra comunidades cristianas. Extremistas fulani perpetraron al menos seis ataques coordinados que dejaron más de 218 muertos, entre ellos mujeres, niños y bebés, y provocaron el desplazamiento forzado de más de 6,000 personas.

La cadena de violencia comenzó el 8 de junio en la aldea de Udei, donde dos agricultores fueron asesinados y uno más resultó herido. Los atacantes continuaron su avance en días posteriores, atacando a civiles en aldeas como Tse Ivokor, donde mataron a mujeres con machetes, y emboscando a voluntarios de protección comunitaria y soldados que intentaban recuperar cuerpos.

El ataque más devastador ocurrió el 13 de junio en Yelewata, un centro misionero que albergaba a cientos de desplazados internos. Armados con rifles y machetes, los agresores irrumpieron en la comunidad, enfrentaron al ejército y prendieron fuego a almacenes donde se refugiaban familias enteras. Testigos relataron escenas de horror: civiles acribillados mientras huían, cuerpos calcinados y gritos de “Allahu Akbar” durante la masacre.

Organizaciones como Truth Nigeria y Ayuda a la Iglesia Necesitada confirmaron que los atacantes quemaron vivos a bebés y familias completas. Líderes comunitarios han calificado los hechos como una “masacre genocida”. Benue es una región de mayoría cristiana, con más del 97% de su población identificada como bautista, metodista o católica.

Muchas de las víctimas habían huido de ataques anteriores y buscaban seguridad en Yelewata. Pero la violencia fue brutal y meticulosamente planificada. Cuerpos fueron hallados entre arbustos y caminos rurales horas después de los ataques.

Las autoridades locales y organizaciones internacionales han condenado enérgicamente los hechos. Jo Newhouse, portavoz de Puertas Abiertas para África subsahariana, denunció la inacción del gobierno nigeriano y exigió una investigación inmediata, justicia para las víctimas y protección urgente para las comunidades vulnerables.

El gobernador de Benue, Hyacinth Alia, advirtió que el estado está “sitiado por terroristas”, y que la violencia ha superado el tradicional conflicto entre agricultores y pastores, convirtiéndose en una ofensiva sistemática de extremistas armados. La Asamblea Estatal aprobó una resolución exigiendo respuestas concretas por parte del gobierno federal.

Líderes religiosos y organizaciones internacionales han pedido a la comunidad global que no ignore esta crisis. Tony Perkins, presidente del Consejo de Investigación Familiar, instó a Estados Unidos a reclasificar a Nigeria como “País de Especial Preocupación” y a imponer sanciones al gobierno nigeriano por su presunta tolerancia ante las graves violaciones a la libertad religiosa.

La comunidad internacional observa con creciente preocupación una situación que amenaza con agudizar aún más la crisis humanitaria en Nigeria.

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