Una vez más, el espíritu del mal habla a través del terrorismo. El líder de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), Sa’ad al-Awlaki, lanzó un nuevo llamado global al odio y la muerte, instando a los musulmanes a asesinar a líderes estadounidenses, empresarios, judíos, y gobernantes árabes que considera «traidores» por no unirse a la yihad contra Occidente.

En un video publicado este domingo, al-Awlaki pidió directamente el asesinato del expresidente Donald Trump, del senador J.D. Vance, de Elon Musk y de “todos los que tengan vínculos con la Casa Blanca”. Extendió su amenaza a las familias de estas personas, y llamó a asesinar a judíos en Europa y Estados Unidos. La razón: su odio absoluto hacia Israel, Estados Unidos y todos los que promueven la paz con el pueblo judío.
Sus palabras, lejos de representar algún tipo de fe o justicia, son evidencia del vacío moral de un extremismo que ha deformado la religión en un culto a la sangre.
“No dejen un solo lugar seguro para los judíos… Venganza, venganza”, exclamó al-Awlaki con furia demoniaca.
Pero la fe verdadera no llama al asesinato. El cristianismo nos enseña que la justicia pertenece a Dios, no a los hombres cegados por el odio. Jesucristo dijo: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian” (Lucas 6:27), palabras que están en las antípodas de la ideología de Al Qaeda.

Este mensaje terrorista también arremete contra los líderes árabes de Egipto, Jordania, Arabia Saudita y los Emiratos, acusándolos de “apostasía” por mantener lazos con Occidente y no unirse a la guerra contra Israel. Incluso utiliza el lenguaje de la traición religiosa para justificar el asesinato de gobernantes musulmanes que optan por la diplomacia en vez de la violencia.
Al Qaeda ha intentado disfrazar su sed de muerte con ropaje espiritual desde su creación, pero su verdadero rostro quedó al descubierto con atentados como el del 11 de septiembre y la masacre en Charlie Hebdo. Hoy, vuelve a mostrarse, clamando venganza por los conflictos en Gaza, Siria o Yemen, pero sin ofrecer más que destrucción.
El mensaje no es religioso. Es satánico.
Desde la fe cristiana, elevamos oración por las posibles víctimas de estos llamados a la violencia, y hacemos un llamado urgente a los gobiernos del mundo a actuar con firmeza. La libertad, la vida y la paz están bajo ataque, no por pueblos enteros, sino por un puñado de criminales que usurpan el nombre de Dios para justificar su odio.
El verdadero Dios no es un Dios de muerte, sino de vida. Y quienes incitan al asesinato no son mártires, sino instrumentos del infierno.