Nueva Arzobispa de Canterbury se declara feminista

La Iglesia de Inglaterra sorprendió al mundo con la elección de una mujer como Arzobispa de Canterbury, se trata de Sarah Mullally, de 63 años, el cargo más alto dentro de la Comunión Anglicana. La noticia ha despertado atención no solo por el hecho de que es la primera mujer en asumir esta responsabilidad, sino…

La Iglesia de Inglaterra sorprendió al mundo con la elección de una mujer como Arzobispa de Canterbury, se trata de Sarah Mullally, de 63 años, el cargo más alto dentro de la Comunión Anglicana. La noticia ha despertado atención no solo por el hecho de que es la primera mujer en asumir esta responsabilidad, sino porque ella misma se ha presentado con una definición que marca el rumbo de su ministerio: se declara feminista.

Su trayectoria de vida muestra un camino poco común hacia el liderazgo espiritual. Antes de entrar en el ministerio religioso, trabajó como partera, acompañando a mujeres y familias en uno de los momentos más trascendentes de la vida: el nacimiento. Esa experiencia, íntima y transformadora, marcó profundamente su forma de entender el servicio.

Hoy afirma que ese tiempo le enseñó a escuchar, a acompañar y a valorar la fuerza de las mujeres en la construcción de la sociedad y de la fe. Al declararse feminista, ha querido dejar claro que su fe no está desligada de la defensa de la igualdad. Según ella, el feminismo que abraza es inseparable del mensaje del Evangelio, donde la justicia, la dignidad y el amor son valores centrales.

Sus palabras resuenan con fuerza en una iglesia que durante siglos reservó sus máximas responsabilidades a los hombres. Para muchos creyentes, su postura es un recordatorio de que en Cristo no hay distinciones de género, sino un llamado común a servir y amar. La nueva Arzobispa sostiene que su visión feminista no es una confrontación con la tradición, sino una invitación a abrir los ojos y reconocer que el Espíritu Santo también actúa en las mujeres que sienten la vocación de guiar.

“Mi feminismo es parte de mi fe”, ha dicho en reiteradas ocasiones, convencida de que Dios llama a sus hijos e hijas sin discriminar por género. Este enfoque genera entusiasmo en quienes ven en ella un símbolo de cambio y renovación, pero también plantea retos en una iglesia acostumbrada a estructuras rígidas.

Sin embargo, su mensaje busca superar divisiones y recordar que el Evangelio se centra en la inclusión y la misericordia. Con su elección, la figura de la nueva Arzobispa se levanta como una voz que combina fe, experiencia de vida y convicción feminista.

Desde Canterbury, promete impulsar una iglesia más abierta, más cercana y más justa, donde la igualdad deje de ser un debate y se convierta en una práctica cotidiana de la fe cristiana.

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