El recrudecimiento de la crisis económica y la persecución religiosa empujan a las comunidades cristianas a una resistencia silenciosa.
La vida para los cristianos en Cuba se ha vuelto cada vez más insostenible. En un país atravesado por una crisis humanitaria sin precedentes en décadas, donde la escasez de alimentos, medicamentos y gasolina domina el día a día, las iglesias enfrentan también un entorno hostil alimentado por el acoso sistemático del régimen. A ello se suma una creciente represión contra líderes religiosos que, a ojos del Estado, representan una amenaza a la estabilidad política.

Cuba ocupa el puesto 26 en la Lista Mundial de la Persecución 2024. Es la nación latinoamericana donde los cristianos sufren el mayor nivel de hostigamiento, una realidad que se entrelaza con un modelo económico que, en palabras de un comerciante y pastor identificado como Miguel*, está diseñado para ahogar cualquier iniciativa: “Obligan a vender todo al gobierno a precios que no cubren los costos. Si eso no cambia, nada cambiará”.
La comparación con la crisis de los años noventa, tras la caída de la Unión Soviética, es inevitable. “Esto es peor que entonces”, asegura el pastor Antonio*, quien ha trabajado durante más de 30 años en el ministerio. Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, siete de cada diez ciudadanos reconocen haber dejado de comer al menos una vez por falta de recursos. En este contexto, la Iglesia se convierte no solo en un refugio espiritual, sino en uno de los pocos espacios donde aún es posible hallar redes de apoyo.

Sin embargo, los pastores también son blanco del miedo. El 9 de julio desapareció el pastor Maikel Pupo Velázquez, pocas horas después de entregar medicamentos a una familia cuyos integrantes habían sido encarcelados por manifestarse pacíficamente en 2021. Lo que siguió fue una búsqueda frenética por hospitales y comisarías que no arrojó resultados hasta que, a las 2 de la madrugada del día siguiente, apareció en la puerta de su casa, en estado de shock y visiblemente alterado.
El silencio que guardó tras su reaparición fue más elocuente que cualquier testimonio. Sus compañeros relataron que oscilaba entre gritos y largos silencios, negándose a explicar lo ocurrido. No fue el primer caso. Pastores de diversas denominaciones han sido interrogados, amenazados y perseguidos en los últimos meses.
Otro caso revelador es el del hijo de los pastores Luis Guillermo Borjas y Roxana Rojas, obligado a cumplir el servicio militar obligatorio el 20 de mayo, pese a sufrir condiciones médicas documentadas. Tras fugarse de la unidad militar, sus padres fueron citados ante un tribunal. Allí presentaron la constancia de exención médica, pero el fiscal la desestimó como falsa. Cuando el pastor Borjas expresó que Dios pediría cuentas al tribunal, fue arrestado de inmediato por desacato. Mencionar a Dios en ese contexto es considerado un delito.

Ambos padres están a la espera de juicio y su hijo permanece en una prisión de máxima seguridad. Lo que comenzó como una protesta legítima terminó en una cadena de castigos y silenciamientos.
En paralelo, el gobierno ha cerrado cada vez más los canales internacionales de los que dependían las iglesias para financiar sus labores sociales. Los pastores tienen prohibido asistir a congresos o foros internacionales donde antes podían establecer alianzas con organizaciones extranjeras. Las autoridades temen que hablen mal del régimen o colaboren en acciones desestabilizadoras.
Pese a ese cerco, algunas organizaciones han logrado actuar. Desde 2021, Puertas Abiertas ha distribuido alimentos a unas 500 familias y promovido al menos siete iniciativas productivas comunitarias, desde cultivo de cacao hasta venta de cerdos. Aunque la ayuda llega a una fracción ínfima de los necesitados, representa una bocanada de alivio para quienes sobreviven al margen del sistema.
En medio de las amenazas, los interrogatorios y las detenciones arbitrarias, las iglesias en Cuba siguen abiertas. Sus puertas, aunque vigiladas, no se han cerrado. Para muchos, la fe no es solo consuelo: es resistencia.