La pregunta puede ser la respuesta que buscas. esa es la respuesta a la idea que tienes en la cabeza porque llega un momento en la vida en la que hay que dejar que el corazón decida tu camino y partir allí donde más te necesitan. ¿qué hago para ir a la misión? no programar demasiado, siéntete enviado y deja de marcar el ritmo de los tiempos. la vida misma te irá deparando el quehacer cotidiano…
Tendrás tu proyecto, pero el encuentro con cualquier realidad te hace que cambien y te desenvuelvas entre la improvisación y el discernimiento para valorar lo que tienes. No desear más de lo necesario y desprenderte de las ataduras que entristecen el alma y no ayudan a crecer.
Son muchos los que han recibido ese llamado interior que les impulsa a dejarlo todo y salir de esa zona de confort donde nos sentimos tan seguros para partir a la misión, pero se encuentran perdidos por no saber qué hacer, ni dónde ir, ni con quien hablar para avivar esa llama misionera que por fin se ha encendido. Los pasos a seguir podrían ser los siguientes:
En primer lugar tener presente que es el Señor el que envía, esto siempre ocurre a través de mediaciones como pueden ser: testimonios misioneros, revista de misiones, dialogo con alguno que ha estado allí, noticias que salen en los medios de comunicación, tv, radio, sobre la vida que lleva algún misionero, o bien a través de la propia conciencia en el encuentro con el Señor por medio de la oración, a través de retiros etc. casi siempre suele haber por medio algún testimonio.
El que parte a misiones no es un héroe, es un hombre de fe, que se abre grandes interrogantes ante la vida y desea emplear su tiempo sirviendo al evangelio y a los demás allá donde cristo está más dolorido. Sin la fe puede haber un perfecto funcionario que haga mucho bien pero no un misionero.
Es muy importante que no lleves una mochila muy cargada, estos son los ingredientes que recomendaría que no ocupan espacio alguno, pero si envuelven toda la personalidad: mucha fe, madurez, entusiasmo, alegría, optimismo y también el realismo es muy importante. Puede parecer que es posible solamente en la gente fuera de serie, pero no es así, no se logra solo con el voluntarismo y el esfuerzo humano sino con la ayuda de Dios y nuestra buena voluntad.
Todo cristiano por el hecho de estar bautizado ya es misionero, ahora bien, hay algunos que como consecuencia de esta vocación quieren dar un paso adelante. Aunque la mayoría por razones de lengua y de cultura suelen inclinarse por Hispanoamérica no son pocos los que parten a África e incluso familias enteras animadas por este espíritu misionero marchan también a Asia, allí donde la iglesia está más perseguida. El que va a misión no entiende de fronteras.