Hace casi 500 años, Martín Lutero tuvo que lidiar con una horrible peste. Así fue como el reformador respondió a la crisis. Sus acciones nos hacen pensar en la forma en la que como creyentes podríamos tratar con el coronavirus.
La peste bubónica fue la pandemia más terrible que ha experimentado la humanidad. La misma bacteria, Yersinia pestis, causó tres grandes brotes a lo largo de la historia: la Plaga Justiniana en la primera mitad del siglo VI, la Peste Negra en la segunda mitad del siglo XIV, y la Tercera Pandemia en la segunda mitad del siglo XIX, y causó muchos brotes pequeños en diferentes ciudades del mundo a lo largo de la historia.
Aunque los tres brotes cobraron la vida de muchas personas, el segundo brote fue el más mortífero: se estima que al menos un tercio de la humanidad perdió la vida. En Europa, la plaga borró al 50% de la población solo entre 1346 y 1353.
Ante lo expuesto por el presidente Alejandro Giammattei, de suspender actividades de más de cien personas, que incluye las procesiones de Cuaresma, así como las clases a todo nivel, en prevención del nuevo coronavirus, donde Guatemala reporta un caso positivo.
“Hago un llamado a quienes profesamos nuestra fe a que sigamos los servicios religiosos en internet, radio o televisión. Tratemos de evitar ir a lugares públicos”, dijo el presidente.
Iglesias como Casa de Dios, Fraternidad Cristiana ya se pronunciaron al respecto y acataron la medida presidencial. Sin embargo algunos líderes no ven con buenos ojos dicha medida y la cuestionan, surge una interrogante ¿es correcto que los seguidores de Jesús cuestionen si se hace o no actividades alusivas al cristianismo cuando la gente está sufriendo, angustiada, con temor, psicosis y muriendo en otros países?
Según la historia en el siglo XVI, los cristianos alemanes le pidieron al teólogo Martín Lutero que respondiera a esta misma pregunta.
En 1527, menos de 200 años después de que la Peste Negra matara a casi la mitad de la población de Europa, la plaga resurgió en el mismo pueblo de Lutero, Wittenberg, y en ciudades aledañas. En su carta “Sobre si se debe huir de una plaga mortal”, el célebre reformador sopesa las responsabilidades de los ciudadanos ordinarios durante el contagio. Su consejo sirve como una guía práctica para los cristianos que enfrentan brotes de enfermedades infecciosas en la actualidad.
Lutero desafía a los cristianos a ver oportunidades para atender a los enfermos como si estuvieran cuidando a Cristo mismo (Mateo 25:41-46). Del amar a Dios emerge la práctica del amor a nuestro prójimo.
Lutero no anima a exponerse a sí mismos al peligro de manera imprudente. Su carta insiste de manera constante en dos bienes en aparente contradicción: honrar lo sagrado de la vida propia y honrar lo sagrado de aquellos en necesidad. Lutero deja claro que Dios brinda a los humanos la tendencia hacia la autoprotección y confía en que ellos cuidarán de sus cuerpos (Ef. 5:29, 1 Cor. 12:21-26). “Todos nosotros dice Lutero tenemos la responsabilidad de protegernos de este veneno lo mejor que podamos, porque Dios nos ha mandado a cuidar de nuestro cuerpo”.
Él defiende las medidas de salud pública como las cuarentenas y la búsqueda de atención médica cuando esté disponible. De hecho, Lutero plantea que no hacerlo, es actuar con imprudencia. Así como Dios ha dotado de un cuerpo a los humanos, también ha brindado las medicinas de la tierra.
A pesar de que los hijos de Dios enfrentan sufrimientos terrenales, aquellos que proclaman tener fe en Cristo comparten la promesa celestial de ser libres de la enfermedad y el sufrimiento. En una carta abierta que hace un llamado a la oración por parte de cristianos alrededor del mundo, un pastor anónimo de Wuhan afirma: “La paz (de Cristo) no está para quitarnos del desastre y la muerte, sino para tener paz en medio del desastre y la muerte, porque Cristo ya venció estas cosas”. Tanto Lutero como el pastor de Wuhan expresan la realidad del dolor, pero reconocen que la muerte y el sufrimiento no tienen la última palabra.
El pastor acaba su carta con un llamado a la oración. Vale la pena citar aquí un fragmento de ella: “Si no sientes una responsabilidad de orar, pide al Señor por un alma que ame, por un corazón dispuesto a orar; si no estás llorando, pide al Señor por lágrimas. Porque sabemos ciertamente que solo por la esperanza de la misericordia del Señor es que está ciudad será salvada.”
Guatemala vive un tiempo de crisis donde el cristiano, debe mostrar confianza y no temor. No fomentar el pánico, sino presentar a un Salvador, Cristo Jesús.
Puede encontrar esta carta en: https://rockrohr.net/wp-content/uploads/2014/03/Luther-WHETHER-ONE-MAY-FLEE-FROM-A-DEADLY-PLAGUE.pdf