Pastor José Leonidas Ortega Alvarado / Iglesia Ministerios Casa de Israel, Chiquimula
Tenemos un corazón físico al cual hay que cuidar, pero también todos estamos conscientes que tenemos algo en lo profundo de nuestro ser al cual reconocemos como “corazón”, que se refiere a un asunto profundamente espiritual. Es el CORAZÓN del cual habla frecuentemente la Biblia, eso que está dentro de nosotros, que siente distintas emociones como el amor, afecto, compasión o dolor; pero también odio y orgullo.
Para Dios y para nosotros el “corazón espiritual” es muy importante, pero al mismo tiempo para nosotros es misterioso y muchas veces incomprensible.
Tal como anotamos en el versículo clave de ésta lección (Proverbios 4:23), al “corazón espiritual” hay que cuidarlo porque su descuido nos llevaría a hacernos un daño irreparable el cual va aún más allá de la muerte. Pero, ¿cómo podemos cuidar de nuestro corazón si no lo conocemos? La mejor manera de entender a ese “corazón espiritual” es conociendo la Palabra de Dios, la Biblia.
Nosotros nos componemos de tres partes fundamentales, que son: espíritu, alma y cuerpo. Y nuestro corazón es una composición de las partes del alma y el espíritu: mente, emoción, voluntad y la parte más importante espiritualmente hablando: nuestra conciencia.
¿QUÉ HAY EN EL CORAZÓN?. (“Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” Mateo 9:4)
Pensar es parte de la mente, pero el Señor Jesús les preguntó a los escribas porqué pensaban mal en sus corazones, lo cual nos indica que los PENSAMIENTOS son parte de nuestro corazón.
También del corazón provienen las DECISIONES que tomamos en la vida, por eso Hechos 11:23, dice: “Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen unidos al Señor”. Se les anima a los creyentes a tomar una decisión firme de hacer algo. Eso significa usar la voluntad. De modo que este versículo nos muestra que la voluntad es parte del corazón.
Así mismo del corazón brotan NUESTRAS EMOCIONES tal como el gozo y la tristeza. Juan 16:22, dice: “También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.
Así también, LA CONCIENCIA es parte de nuestro corazón, de acuerdo a lo que Hebreos 10:22 dice: “Acerquémonos al Lugar Santísimo con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia con la aspersión de la sangre, y lavados los cuerpos con agua pura”.
LO MÁS IMPORTANTE DE NOSOTROS ES EL CORAZÓN. (“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Proverbios 4:23).
El corazón es lo más importante en la vida de cada uno de nosotros. De él depende nuestra vida o también nuestra muerte, eternas; porque de él provienen los pensamientos, la voluntad y nuestras decisiones para bien o para mal.
Pero hay algo más. La actitud del corazón depende de nosotros en otro nivel más alto que es el ESPÍRITU, ya que somos nosotros los que lo guardamos y lo guiamos bien o mal. Si estamos en Jesucristo, el Espíritu Santo establece una correcta y perfecta relación con nuestro espíritu, para que sea el Señor mismo el que nos instruya y nos dirija, para guardar correctamente nuestro corazón. No es posible de otra manera.
El deseo de Dios es que nosotros tengamos una relación con Él, perfecta en afecto y amor, por medio de nuestro espíritu y su Santo Espíritu. Dios quiere compartirnos su vida misma, la cual es divina, santa y sagrada. Por esa razón nuestro Señor nos enseña en Marcos 12:29-31: “29…El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Marcos 12:30.
Ahora bien, como sabemos perfectamente que estos mandamientos no son fáciles de cumplir, entendemos que a nuestro CORAZÓN tenemos que encaminarlo hacia el objetivo de amar a Dios y al prójimo. ¿Podemos lograr nosotros esa clase de amor? Solos no podríamos jamás. Tenemos que luchar en contra de nosotros mismos para que nuestro espíritu acepte y obedezca al ESPÍRITU SANTO para que podamos vivir de acuerdo a su Palabra.
Y ¿Cómo lograrlo? Únicamente por medio realizar acciones que nos permitan acercarnos al poder del Espíritu Santo de Dios. Y estas acciones consisten en la ORACIÓN SINCERA, CONOCIMIENTO Y OBEDIENCIA A LA PALABRA, AYUNO Y ASISTENCIA CONSTANTE A LA IGLESIA. Estas acciones son las únicas que nos pueden acercar a la obediencia al Señor.
CONCLUSIÓN:
Mucho más hay que conocer sobre NUESTRO PROPIO CORAZÓN, pero con lo que hemos visto podemos llegar fácilmente a concluir:
Cuando empezamos a debilitarnos espiritualmente y decae nuestro ánimo de seguir adelante en los caminos del Señor, fácilmente podemos deducir lo siguiente: