En Guatemala, Escuintla y Sacatepéquez ocurrieron más de 10 eventos sísmicos este 27 de marzo, cuatro sensibles; autoridades analizan si se trata de un enjambre sísmico.
El Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), precisó que el enjambre comenzó con un primer movimiento telúrico a las 15.06 horas y el último ocurrió a las 21.17 horas.
El ente científico añadió que «muchos de estos eventos fueron reportados sensibles por pobladores de distintas regiones de Sacatepéquez, Guatemala y Escuintla».
Aun no se determina si este enjambre está relacionado con los 18 sismos que ocurrieron durante cuatro días la semana pasada en el sur y suroeste del país.
Luis Arriola, sismólogo del Insivumeh, dijo que las placas tectónicas están en constante movimiento y en la parte sur de la República hay una zona de subducción, es decir la introducción de las placa de Norteamérica con la del Caribe, por lo que habría que analizar si se trata de un enjambre sísmico.
El geólogo Manuel Mota Chavarría explicó que los sismos fueron más sensibles en el sur del departamento de Guatemala, como Amatitlán, Villa Nueva, Villa Canales y posiblemente Mixco, así como en Palín, Escuintla. En Sacatepéquez fue sensible en Antigua Guatemala, Jocotenango y Milpas Altas).
«Aunque no se pueden predecir -los sismos-, es necesario tomar las precauciones del caso, previendo que pueda ocurrir uno de mayor magnitud a los ya reportados», añadió el experto.
Lo cierto es que estos movimientos provoco zozobra, incertidumbre, temor y algunos recordaron el terremoto de Guatemala en 1976. Los usuarios de las rede sociales se dieron a la tarea de publicar los acontecimientos de estos movimientos sísmicos, algunos advertían sobre tomar las precauciones del caso, otros se encargaron de hacer «memes» o chiste sobre esta situación.
La seriedad del caso
Si sonar a pesimismo o religiosidad, vale la pena recordar que poco antes de su muerte, Jesús predijo sucesos y condiciones que probarían que este mundo habría entrado en «la conclusión del sistema de cosas». Explicó que sería un período marcado por pestes, escaseces de alimento y guerras de alcance mundial, y que «en un lugar tras otro» ocurrirían «grandes terremotos» (Mateo 24:3, 7; Lucas 21:10, 11). ¿Se refería a nuestros días?
Muchos opinan que no. Afirman que la actividad sísmica no ha aumentado de forma significativa en las últimas décadas. De hecho, el National Earthquake Information Center de Estados Unidos informa que durante el siglo XX, la frecuencia de temblores de magnitud superior a 7,0 se mantuvo «más o menos constante».*
No obstante, debemos tener presente que el cumplimiento de la profecía no exigía un aumento en la cantidad o en la fuerza de las sacudidas terrestres; lo único que Jesús dijo fue que habría grandes terremotos en un lugar tras otro. Además, expresó que dichos sucesos señalarían el «principio de dolores de angustia» (Mateo 24:8). La angustia no se mide por la frecuencia de los movimientos telúricos ni por el valor que estos alcancen en la escala de Richter, sino por sus consecuencias en la gente.
Lo indiscutible es que los terremotos han causado mucha angustia en nuestros días; de hecho, durante el siglo XX destruyeron las viviendas o acabaron con la vida de millones de personas. Muchas de esas muertes, según los peritos, pudieron haberse evitado. «En los países en desarrollo -informa el servicio de noticias de la BBC-, los reglamentos de construcción con frecuencia se hacen a un lado ante la demanda de viviendas cuya construcción resulte rápida y económica y satisfaga las necesidades del acelerado crecimiento de las ciudades.»
Podemos entender por qué ocurren los desastres naturales. Lo que no comprendemos es por qué Dios permite que ocurran. ¿Por qué permitió Dios que a nivel mundial estén ocurriendo terremotos entre otras catástrofes? Por un lado, tales acontecimientos sacuden nuestra confianza en esta vida y nos obligan a pensar en la eternidad.
Por lo general, las iglesias se llenan después de los desastres a medida que la gente se da cuenta de lo frágil que es su vida y de cómo la vida puede ser quitada en un instante. Lo que podemos saber es esto… ¡Dios es bueno! Hay muchos milagros asombrosos, que ocurren durante el proceso de desastres naturales evitando una mayor pérdida de vidas. Los desastres naturales causan que millones de personas reevalúen sus prioridades en la vida. Los ministerios cristianos tienen la oportunidad de ayudar, ministrar, aconsejar, orar y guiar a la gente a la fe salvadora en Cristo. Dios puede, y efectivamente trae grandes cosas buenas como resultado de terribles tragedias (Romanos 8:28).
Vale la pena recordar, que es muy necesario y más que necesario, que la búsqueda y nuestra relación con el Creador sea una prioridad, y que nuestra calidad de vida sea un testimonio de amor, paz, perdón, básicamente vivir una vida integra.