A ocho meses prácticamente de las próximas elecciones (junio 2019), ya se siente el aire electoral y con ello surgen nuevas opciones con miras a ocupar cargos en el Gobierno, en el Congreso de la República, en el Parlacen y por supuesto en las diferentes municipalidades del país. En los últimos años. En los últimos años la participación del cristiano evangélico en el ámbito político ya ido en progresión.
Algunos ven con buenos ojos y otros no la participación del cristiano en el ruedo político, algo es claro, los valores del Evangelio, los valores bíblicos sobre los que se apoya la fe y que le dan vida, no son ajenos a los avatares sociopolíticos de la historia concreta del hombre.
La relación entre la política y el cristianismo ha sido una fuente frecuente de desacuerdos a través de la historia del cristianismo. Ha habido muchos pensamientos relacionados con la forma de concebir la relación entre el cristianismo y la política, prevaleciendo los que creen que el cristianismo debe tener poco interés o participación en la política o el gobierno. Una cosa no debemos perder de perspectiva, y es que los tiempos cambian y con el tiempo también la cultura. Esto conlleva la responsabilidad de interactuar en la forma más efectiva para el bienestar de nuestros semejantes y el legado a futuras generaciones.
¿Cuáles son las expectativas del creyente en la esfera política? ¿Será correcto manifestarse públicamente? ¿Tiene el cristiano algo que decir respecto a las desigualdades sociales, los problemas en la educación, etc.?
El cristiano tiene la libertad de elaborar una opinión personal sobre muchos asuntos políticos. La postura en estos asuntos no pone en peligro el alma de una persona. La ignorancia o falta de interés no aumenta la salud espiritual. Este mismo principio se puede aplicar a aquellos cristianos que de manera activa participan o desean participar en actividades políticas. Recordando siempre que la misión de todo cristiano con convicciones profundas y cuyo fundamento es Jesucristo es influenciar con ideas bíblicas cristianas las decisiones de quienes gobiernan hoy. Nos enfrentamos a la realidad en el País de que todo se ha politizado, incluso la religión, pero este ambiente no debe inhibirnos de contribuir con nuestro análisis centrado en los principios bíblicos en asuntos que así lo ameriten. El creyente debe incursionar en la política, manteniendo su fe vibrante; las convicciones así nos lo exigen.
El “no hacer nada” no es una opción, Dios no les pide a los cristianos de una sociedad que se mantengan fuera del proceso gubernamental y se alejen del control sociopolítico y económico. Recordemos al patriarca José y al profeta Daniel, quienes fueron de mucha bendición para las sociedades en las cuales les tocó vivir. Los cristianos deben ser la sal y la luz del mundo y por lo tanto no pueden optar sencillamente por salirse del proceso político. En realidad, no hacer nada abre el camino para el control político. Es una acción que abre paso para que el pecado llegue a ser el amo (Proverbios 29:2): “Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime”.
Esto que hemos expresado nos lleva a la necesidad de una participación política juiciosa. La Iglesia no puede evitar el tener contacto con el Estado y de participar en la política, que es el arte de gobernar. La Iglesia tiene el derecho de intervenir en lo que respecta a la legislación o acciones reglamentarias que afectan su misión, ya sea de manera positiva o negativa.
Quisiera recomendarles cuatro cosas que debemos hacer: Primero, un mandato bíblico, el deber de siempre orar. Especialmente en favor de los que ocupan cargos públicos. Las oraciones de los fieles son más efectivas que cualquier gestión intelectual, por más elaborada que sea. Lo segundo, no podemos ignorar el deber de votar. Los cristianos debiéramos votar, aun cuando a veces tengamos que hacerlo escogiendo entre el menor de dos males. También es sumamente importante el deber de estar educados e informados. Los cristianos necesitamos estar educados con respecto a los problemas que afectan la vida presente y futura de nuestro país. Y finalmente, tenemos el deber de aspirar a puestos públicos. El ocupar puestos gubernamentales como creyentes beneficia al pueblo cuando mantenemos firmes nuestras convicciones. No existe nada malo en aspirar a sentarnos y ser parte de la estructura gubernamental de un país.
Asumamos nuestra responsabilidad como ciudadanos, con respeto y consideración hacia nuestros semejantes y temor hacia el Creador que nos delegó el gobernar para el bien de todos.
Como cristianos también estamos involucrados de manera directa o indirecta con la práctica política.
Por ejemplo; es propio que un cristiano acuda a las urnas a elegir a algún candidato, preferiblemente a alguien identificado con los valores de la familia y la protección de los mismos. Elegir es también manifestar agradecimiento a gobiernos que facilitan el libre ejercicio de la expresión religiosa y que garantiza los derechos relacionados a ella.
Un cristiano puede aspirar a algún cargo político, siempre y cuando eso sea entendido como un llamado
José, Daniel, Mardoqueo, entre otros, ejercieron cargos políticos en la biblia, pero siempre asociados a un plan y a un propósito específico. No es propio, por ejemplo, que un pastor abandone el ministerio al que Dios lo ha llamado para ejercer la práctica política, o que en su defecto alterne ambos oficios (1 Tim 2:4)
El cristiano debe permanecer con una perspectiva realista de la práctica política.
No se puede pretender ver en la política el medio por el cual todos los problemas sociales y de desigualdad humana van a ser resueltos. A menudo los cristianos yerran al creer que mezclar política más fe hace que haya más poder para ejercer cambios y eso no es cierto. La política sigue regulando la práctica de gobernar, pero el cambio social está ligado a la transformación de los gobernados, hombres caídos y de naturaleza pecaminosa y eso no lo puede hacer la política
La pragmática de la política de un cristiano debe ser siempre bíblica.
La práctica política involucra un sistema de necesidades que deben ser suplidas por los gobernantes, el cristiano debe aceptar el reto de permanecer fiel a los principios y a las cosmovisión bíblica
El testimonio del evangelio.
Existen estigmas casi imborrables, al menos en el contexto latinoamericano, en cuanto a la política: – Los políticos son corruptos.
El cristiano que asuma el llamado, debe tener la responsabilidad de responder por su testimonio, al mismo tiempo que el testimonio de Cristo. Nosotros somos bienaventurados cuando dicen toda clase de mal contra nosotros MINTIENDO (1 Ped 4:14), en tal caso sea bienvenido todo vituperio, pero si diciendo verdad somos acusados, el testimonio nuestro y de la iglesia queda evidentemente expuesto(1 Ped 4:15).
En esto Daniel, José y Mardoqueo (por mencionar solo a algunos), preservaron su integridad y fidelidad al Señor siempre.
Gobernar no fue el llamado primordial de Cristo y tampoco de la Iglesia
La teología humanista, como toda falsa teología, propone, usando textos fuera de su contexto, que el llamado de la iglesia es gobernar en esta tierra hasta el retorno de Cristo. Desde una mala interpretación de las Escrituras, asocian expresiones como: – “establecer el Reino”, “ejercer dominio”, “tomar posesión” etc – al hecho de gobernar políticamente el mundo, eliminando por completo la idea del retorno de Cristo y el establecimiento de un reinado de paz eterno.
Este pensamiento está lejos de una sana teología y atenta contra doctrinas fundamentales. La iglesia no ha sido llamada a eso, ni siquiera Cristo pretendió establecer un partido político, aun cuando muchos han sugerido eso. Esto dice John Stott al respecto:
… podemos preguntarnos si Jesús participó en política. Si consideramos el último sentido, el más restringido, es evidente que no. Nunca organizó un partido político, ni adoptó un programa político, ni dirigió una protesta política. No dio ningún paso para influir en las políticas de César, de Pilato, ni de Herodes
La confusión al respecto del papel de Cristo no es nueva. La creencia de un mesías político prevalecía incluso antes de su venida, incluso Juan el Bautista, quien había visto a Jesús, lo había identificado como el Cordero de Dios, y había visto sobre el la señal de ser el Mesías, pero al ver que el malvado Herodes seguía gobernando; envió a preguntar a Jesús: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? (Mt 11:3)
La respuesta del Señor deja claro su verdadero propósito
Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. (Mt 11: 4-5)
- Su gobierno era espiritual, el libertaría del yugo del enemigo y del pecado a las almas que no podrían hacer nada por sí mismos.