Pastor
Fernando Gómez
Ministerios
«Delicados Pastos»
Unidos para Orar. AEG
Cuando hablamos de la oración, no nos referimos a determinadas posiciones externas de nuestro cuerpo, sino que nos referimos al «clamor que debe salir de lo profundo de nuestro ser». Muchas veces hacemos vanas repeticiones, como recuerdo que yo lo hacía cuando estaba en la religión tradicional; comenzaba a repetir palabras que salían desde el fondo de mi religiosidad y cuando me daba cuenta estaba contando números; y hasta que mi mente regresaba a mí (porque mi mente no estaba concentrada en Dios y no salía de mis entrañas); me sacudía y volvía a hacer «esta infructífera práctica».
En las Sagradas Escrituras tenemos grandes ejemplos de ¿cómo orar?
1.Jesús en Getsemaní en una oración agonizante: Lucas 22:44 «con grandes gotas de sangre». Nos habla de un corazón tierno, aplastado y herido en el mortero del amor por el peso de nuestro aborrecible pecado. 2ª. Corintios 5: 21 «Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él». En esta oración con fuerte clamor y lágrimas, fue oído. Hebreos 5:7 «Y Cristo, en los días de su carne ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podría librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
2.Oración de Ana con amargura (1 Samuel 1: 9-11). El nombre Ana significa gracia; fiel a su nombre la gracia de Dios fue suficiente para ella. Se sentía triste porque no tenía hijos; creía: «Que herencia de Jehová son lo hijos» (Salmos 127: 3). El dolor en su alma, era porque esta herencia no era para ella y era objeto de burla, ridiculización y escarnio por parte de su rival Penina. Ana oraba (1 Samuel 1: 10) a Jehová y lloraba abundantemente, no devolvía injuria por injuria. Al igual que Ana, nosotros debemos dar gracias a Dios por las pruebas que nos conducen a su presencia para suplicar de El con propósito de corazón.
Ella hizo voto «Jehová de los ejércitos si das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová» (1 Samuel 1: 11).
Creyó. «Y se fue la mujer por su camino y no estuvo más triste.» (1 Samuel 1:18). El Señor le había hablado al corazón. Una cosa es hablarle al Señor de nuestras cargas, y otra cosa es echarlas sobre El. (1 Pedro 4: 7). Ana estuvo gozosa. (1 Samuel 2: 1). Su oración tuvo respuesta. Le puso al niño por nombre Samuel, diciendo: «Por cuanto lo pedí a Jehová» (1 Samuel 1: 20). Su voto fue cumplido. «Todos los días que viva será de Jehová». Al devolver a Samuel estaba forjando un fuerte eslabón de unión entre ella misma y el Señor que debe haber enriquecido su vida entera con bendición.
3.La oración y adoración silenciosa de la mujer pecadora: Lucas 7:36….Aquí se nos relata que Jesús entró en el hogar de Simón el fariseo; el cual no le dio agua para lavarse, ni para tomar y tampoco le besó; ya que esto era una muy buena costumbre en ese tiempo. Pero una mujer pecadora de la ciudad, al saber que Jesús estaba a la mesa en la casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume (Lucas 7: 37) (exponiendo su vida, sin ser invitada, entró en casa, con humildad y respeto), se rinde a los pies de Jesús; llorando, regándolos con lágrimas (lo que significa arrepentimiento), enjugándolos con sus cabellos y besándolos (lo que significa agradecimiento).
Jesús los llama a la reflexión comparando la actitud de ellos, contraria a la de ésta mujer pecadora: «entré a tu casa y no me diste agua para lavarme los pies, más ella ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste beso, más ella desde que entró no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite, más ella a ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho, más aquel que se le perdona poco, poco ama». Y a ella le dijo: Tu fe te ha salvado, ve en paz».
El beso habla del afecto del corazón y el precioso ungüento derramado habla de la disposición de consagrar todo a Él. Los labios del amor y las manos de la fe, deben estar en contacto con Cristo; ya que con el corazón se cree para salvación. Debemos acudir a sus pies por medio de la fe, estar a sus pies con expectación, llorar a sus pies con contracción, besar sus pies con simpatía, enjugar sus pies en señal de sumisión, besar sus pies por amor y agradecimiento desde lo más profundo de nuestro corazón y ungir sus pies para consagrarnos solo a Él.