Guatemala adolece, como la mayoría de los países centroamericanos, de las principales características que contribuyen a la emigración: inestabilidad política, baja generación de empleo, alta tasa de violencia y delincuencia, catástrofes naturales, etc. Conjuntamente, 56.2% de la población se encuentra en situación de pobreza – 21.5% de ésta subsiste con el equivalente a un dólar diario- y 28% de la población es analfabeta según datos de Naciones Unidas.
Estos elementos, añadido la historia que ha tenido Guatemala, hacen de éste un país con una alta tasa de emigrantes mayoritariamente masculina. Se estima que cada año entre 6.000 y 12.000 guatemaltecos cruzan la frontera a través de México con destino a los Estados Unidos, según los datos de Peter Smith, investigador del tema migratorio. Asimismo, según las estadísticas, cerca de un millón de guatemaltecos residen en los Estados Unidos -de manera legal o indocumentada-, 60.000 son deportados desde México y 2 500 desde Estados Unidos cada año.
Proyectar lo que se sacrifica y deja atrás. Evidenciar las condiciones de las remesas. El choque cultural que vive el guatemalteco. La narrativa del sueño americano. La marginalización. El transnacionalismo y la familia. Los efectos de la migración en la familia.
Según Ugalde y Peláez, investigadores sociales guatemaltecos, ven a la familia como la primer y principal afectada por el tema migratoria. Dentro de su estudio ofrecen una definición de la parte más básica de la sociedad: «se considera a la familia como la institución social que regula orienta y confiere significado social y cultural a la reproducción y a la sexualidad, y se funda en relaciones de parentesco». Dentro de ésta, la emigración de un miembro es una situación dolorosa, que cambia de manera eminente su estructura.
Al momento de observar las consecuencias tras la salida del «jefe del hogar», se percibe la influencia en cada miembro -tanto la mujer como los hijos- y cómo puede alternar las relaciones entre sus miembros, la comunicación y socialización, además de los roles y las responsabilidades para los miembros de la familia que se quedan, situación descrita por Antonio Caballeros, sociólogo. De esta forma se obliga a recomponer la estructura familiar.
Si antes se vivía con un núcleo familiar extenso: padres, abuelos, tíos, etc.- ahora, las nuevas realidades migratorias crean el concepto de una familia transnacional.
Al momento de estudiar los cambios sociales con respecto a la familia y la emigración, uno de los cambios que más llama la atención es su posible desintegración. Para la socióloga Denise Phé Funchal la familia, luego del establecimiento del emigrante masculino en su lugar de destino, debe reorganizar los lazos de comunicación y aprender a vivir de forma unida a pesar de la distancia.
«Las parejas transnacionales guatemaltecas tienen una tasa de divorcio igual a la de las parejas que no padecen de migración. Es decir, la emigración no es un factor dominante que influya sustancialmente en el divorcio», según Funchal.
Sin embargo, a pesar de que no se han divorciado oficialmente, no siempre la familia se queda unida. De ahí se incrementa la desintegración de la familia.
Asimismo, dentro del estudio de Funchal se puede observó que las «relaciones de pareja y de familia con alto deterioro, los conflictos tensionan los vínculos y en muchos casos serán éstos las causas de rupturas conyugales o de agudos enfrentamientos familiares»
Pelaez y Ugalde describen que son varios los casos en el cual el padre, con el curso de los años afuera de su país de origen, suele desaparecer y deja de tomar contacto con la familia. Este corte significa también un paro del envío de las remesas. La pérdida no se mide únicamente al nivel de la familia, sino también al nivel económico. Sin embargo, es importante resaltar que no todas las separaciones son consecuencias de las migraciones, sino que hay otros factores que pueden influenciar esta acción.
Luego de la salida del padre de familia, todo entorno debe reorganizarse y aprender a vivir sin el hombre que tradicionalmente manda en el hogar. La mujer se ve entonces sobrecargada de responsabilidad. «Al nivel familiar, es muy común que los hijos mayores asuman el rol de cuidador de los hermanos menores. Este tipo de responsabilidades puede llevar a producir un adelanto al paso a la adultez para estos niños, debido a su aumento rápido de deberes», explica Funchal.
En el caso de Guatemala, la mayoría de los emigrantes son varones que se encuentran en una edad donde comienzan a desarrollar una alta actividad económica. Al observar las migraciones internacionales y según los datos de la Organización Internacional de las Migraciones, los hombres representan 72.7% de las migraciones, contra 27.3% de mujeres. La mayoría de quienes cruzan la frontera se establecen en los Estados Unidos -destino para 94.8% de los guatemaltecos-. A modo indicativo y siempre según la OIM éstos residen en Los Ángeles (32.3%), Nueva York (10.2%) y Miami (7.8%).
El 70% de los que se marchan hacia el extranjero están en la franja de edad de los 15-29 años. Los niveles educativos son bastante bajos con un 53.8% de los emigrantes con un nivel primario -completo o incompleto-.
El entorno familiar guatemalteco se ve muy influenciado por las migraciones mayoritariamente varoniles. Los cambios son eminentes y obligan una redefinición conceptual de la familia. La familia desde un principio se presenta como un «grupo social caracterizado por la residencia común, la cooperación económica y la reproducción», argumenta Caballeros. Por ende, la marcha de un miembro de la familia – por lo general el padre- al extranjero, vuelve a definir los objetivos de este grupo social.
Si antes se vivía con un núcleo familiar extenso: padres, abuelos, tíos, etc.- ahora, las nuevas realidades migratorias crean el concepto de una familia transnacional. Este término reciente nace de la idea de migraciones transnacionales, el que se define como «un fenómeno dentro del cual los migrantes mantienen y promueven relaciones entre el país donde residen, su tierra natal y comunidades locales», según Funchal.
La familia transnacional para Caballeros complementa y especifica esta tendencia al nivel más privado y personal, explicándolo como «una familia que tiene miembros de parentesco inmediato en varios países simultáneamente, que mantiene comunicación y sentido de unidad familiar, que tiene intercambio de bienes y servicios y una circularidad de presencia física, aunque esta no sea frecuente». Se refiere entonces al hecho que uno o varios miembros se encuentran viviendo físicamente en distintos países y que la familia debe mantenerse a través de las fronteras. Es decir, que se representa siendo un «espacio familiar y vínculos afectivos de confianza en un contexto en el que las conexiones están geográficamente dispersas». Este nuevo concepto causa una serie de cambios sociales, tanto para la familia como para la mujer.
Relacionado a este tema, la ausencia del modelo paternal en el caso de los niños puede causar dificultad de desarrollo y de integración social. Algunos de los problemas que los infantes pueden padecer son: un bajo rendimiento escolar, depresión, violencia y rebeldía hacia los miembros de la familia, por lo evidenciado en el trabajo de Caballeros.
Esta ausencia también puede causar una incertidumbre fuerte para quienes se quedan. Los niños pueden desarrollar cierto enojo hacia el padre por haberlo abandonado. La comunicación es sin lugar a duda un aspecto primordial para lograr una cierta cercanía con el padre, sin embargo, no siempre se cumple. Para Funchal la consecuencia de los temores y las inseguridades pueden llevar hasta procesos de depresión, de aislamiento e inestabilidad emocional entre tantas situaciones que se presentan en este tipo de familias. El rol de las mujeres frente a esta situación se duplica, ya que se debe crear una identidad simbólica del padre para los hijos, así que resaltar las decisiones que él toma desde el extranjero para darle presencia dentro del entorno familiar.
Ugalde y Pelaez explican que, sin darse cuenta, el emigrante que representa normalmente el «jefe de hogar» trae consigo un cambio notable en el estilo de consumo, nuevos planteamientos de ideas, normas, y valores que pueden gradualmente presentar cambios dentro de la familia. Éstos para la familia pueden ser consecuencias de los regalos, las cartas, la música, películas y viajes que se relacionan con la experiencia del emigrante. El aumento de capacidad de compra de la familia transnacional permite un acceso mayor a la tecnología y a los medios de comunicaciones, lo cual da lugar a una mayor cercanía al mundo occidental.
La emigración trae consigo pros y contras, que son evaluados según la condición social del migrante. «Lo interesante es observar que el inmigrante abandona su raíz para poder cambiar las condiciones de vida de su gente. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿realmente el guatemalteco que recibe las remesas ve un cambio sustancial en sus condiciones de vida?, concluye Funchal.
NOTA
La tercer parte del tema de Migración en Guatemala será un espacio para mostrar el aspecto puramente económico de la migración, buscando responder la pregunta final que plantea la socióloga Denise Funchal.