Pastora Dra. Mayra de Gómez / Ministerios «Delicados Pastos»
Dios Omnipotente, Todopoderoso (El Shaddai) creó de la nada un lugar tan espectacular, con contrastes tan definidos, única y exclusivamente para el deleite del ser humano. Creó la luz, pero también las tinieblas, creó el día y la noche, creó el cielo, la tierra y el mar. Así mismo creó los árboles y las plantas. El sol, la luna y las estrellas. Creó las aves y los peces, también los animales salvajes y domésticos, reptiles e insectos. Creó al hombre del barro de la tierra y a la mujer del hueso del varón. Toda la creación antes del hombre y la mujer, se le dio vida por la Palabra de Dios, pero al hombre y a la mujer se les dio vida por el aliento del Espíritu de Dios.
Dios de una forma más familiar y cercana al ser humano (Yahvé) afirmó «hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros»; por eso sopló en nuestras narices, aliento de vida por su Espíritu. En otras palabras ¡Dios nos dio de su Espíritu! Entendimiento, voluntad y facultad activa
(El poder, el derecho, la aptitud o la capacidad para hacer algo) ¡Somos creativos! Nos dio dominio sobre la tierra y todo lo creado por Él; y algo muy importante, nos dio el gobierno de nosotros mismos mediante el albedrío (libertad individual que requiere reflexión y elección consciente) de nuestra voluntad (deseo o intención, o cosa que se desea). Somos semejantes a Él en su pureza y santidad (Efesios 4:24 «y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad») (Colosenses 3:10 «y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,»).
¡Qué maravillosa experiencia ha de haber sido la vida de Eva, la primera mujer, cuando estaban en perfecta comunión con el Creador!
La bendición de Dios (Su protección) para nosotros, ¡su creación!, fue completa. La protección es un cuidado preventivo ante un eventual riesgo o problema. Por eso, Dios marcó leyes y normativas para la naturaleza misma. Nos creó varón y hembra para que nos reprodujéramos, nos multiplicáramos y llenáramos la tierra y más aún la domináramos (ambos con los mismos privilegios, pero también con las mismas responsabilidades). A Dios no le toma nada por sorpresa… ¡Él sabe que el ser humano está capacitado, dotado de una voluntad propia y que en determinado momento esta voluntad puede ser colocada en la posición contraria a su verdad divina en cuanto a nuestro diseño divino! Pero eso ¡no cambia en nada esa verdad divina! Su bendición (Su protección) continúa, cuando nos da el sustento, el alimento, las plantas que dan semilla (según su género), árbol que da fruto y hierba verde para alimentar a los animalitos, que a su vez nos sirven de alimento a nosotros. Todo (incluyéndonos) está diseñado para mantenernos dentro de las leyes naturales que Él creo para nosotros; hasta la tierra está sujeta a un eje, no anda revoloteando por todo el universo, causando el caos (desorden), y está comprobado que la vida del ser humano sin Dios es incierta.
¡Qué maravillosa experiencia ha de haber sido la vida de Eva, la primera mujer, cuando estaban en perfecta comunión con el Creador! Disfrutó de aquel escenario de extraordinario esplendor. Gozó del compañerismo pleno de su pareja y la admiración de él, por su inigualable belleza (ella era especial, única, diferente al varón (solo físicamente) y sin embargo complementaria, e irrepetible). Estaban unidos en cuerpo y espíritu para adorar y tener comunión con su Creador. Juntos gozaban del cuidado amoroso, de la comunicación abierta, de la plenitud de la presencia de su Creador. Aún en la actualidad ¡Nada ha cambiado para nosotras, ¡Siempre y cuando estemos en perfecta comunión con nuestro Creador!