Pastora Dra. Mayra de Gómez / Ministerios «Delicados Pastos»
Hoy quisiera compartir con ustedes….amadas lectoras….acerca de un tema muy controversial en estos tiempos. Hay una discusión reiterada por personas que defienden opiniones contrarias acerca de EL MATRIMONIO. Vemos constantemente programas de televisión, conducidos espectacularmente para dar una enseñanza acerca de la tolerancia que se debe presentar ante los diferentes estilos de vida adoptados por la humanidad. Las personas que mantenemos un radicalismo en nuestros pensamientos (y ciertamente en nuestra opinión), basados en los Principios de la Palabra de Dios sobre el tema; podríamos en alguna circunstancia ser vistos, o tildados, o insultados como retrógradas, o fanáticos, o simplemente no evolucionados. Sin embargo, tenemos la «libertad» de expresar, precisamente eso ¡nuestra opinión al respecto! ¡Indudablemente a la luz de Su Palabra! (Salmo 119:105).
Ni las prácticas culturales contemporáneas, ni las antiguas definen lo que es el matrimonio. Lo define «el diseño»; Dios nos diseñó para reproducirnos, así como los manzanales dan manzanas, como los perales dan peras, así los seres humanos reproducen a otros seres humanos. Por eso Dios hizo a «un varón» y a «una mujer», para que anatómicamente encajaran perfectamente y entraran en funcionamiento todos los órganos internos para que surgiera misteriosamente la vida (así como cuando enterramos la semilla en la tierra, y no está a la vista la germinación de esa semilla). Lo anterior es la razón por la que, a la unión entre marido y mujer se le denomina MATRIMONIO; palabra compuesta que proviene del latín Matris y munium que significa «madre» «calidad de». Su origen es igual al de la palabra compuesta Patrimonio, Pater y munium, que refleja «los bienes adquiridos por herencia».
Entonces, el matrimonio es pues, una «institución dada por Dios» para el orden de su creación. Me gusta mucho ésta expresión «para el orden de su creación»; debido a que por naturaleza misma, el desorden produce la sensación de que las cosas no están en su lugar.
Como cristianas, no podemos tomar a la ligera este asunto. Por ejemplo: Cuando estábamos jóvenes, solteras, quizás estudiando o trabajando; tuvimos padres que hicieron, lo que tuvieron que hacer para que nosotras llegáramos al matrimonio «dentro del marco establecido» o ¿nos dejaron con toda la libertad de escoger lo que nosotras quisiéramos? ¿Estamos nosotras haciendo lo mismo con nuestros hijos o nuestros nietos?
¿Qué significa «el marco establecido por Dios para el matrimonio»? Encontré el modelo perfecto en la Palabra de Dios. La historia de Isaac y Rebeca; la cual sucedió…..hace muchísimo tiempo atrás…pero no invalida su vigencia para todos los tiempos, de los tiempos. ¡Para eso, El Señor lo dejó escrito en su Palabra! Para que sea nuestra guía y de esa manera….nuestro matrimonio, el matrimonio de nuestros hijos, y nietos y hasta mil generaciones, ¡no fallará! Porque el divorcio, todas sabemos que es triste, doloroso, y difícil de lidiar; y ¡vaya, si la incidencia de divorcios aún entre cristianos es altísima! Precisamente porque no hacemos lo que tenemos que hacer. Llegar al matrimonio es como hacer una receta de cocina, si no tiene todos los ingredientes, no saldrá bien. Podríamos dejar de disfrutarlo y en el peor de los casos… ¡tirarlo a la basura!
Abraham (como padre de Isaac) le hizo jurar a su siervo más antiguo y fiel, que no le daría por esposa a una mujer cananea, sino que iría a su tierra (Ciudad de Nacor) a buscar a la doncella «elegida por Dios» y de su familia, como esposa para su hijo. Taré y sus tres hijos (Abram, Nacor y Harán), conocieron a Jehová de los ejércitos, Creador de los cielos y de la tierra (Génesis 24). Por lo que toda la familia tendría que estar en un mismo sentir de que «ésta unión» era un asunto de intervención divina (Génesis 24:50)
Es importante que los padres e hijos estén de acuerdo con la «persona elegida»; porque, cuando hay desacuerdos… ¡todo será cuesta arriba! Abraham mandó a traer a Rebeca (hija de Betuel, nieta de Nacor) por dos razones principales. Ella era de la misma fe que Isaac, y porque Isaac lo aprobó. Tanto Padre como hijo acordaron que la madre de su descendencia, hubiese sido criada, formada y capacitada para salir adelante con su nueva familia. Lo anterior contesta claramente, que El Señor desea que dos personas que le aman, le sirven, le conocen, formen un hogar; en el cual vendrán los hijos; ¡y los problemas también! ¿Por qué, que matrimonio no enfrentará problemas? Pero si se casan dos personas de la misma fe; habrán problemas financieros, de enfermedad, desacuerdos, etc, etc. Pero saldrán adelante sabiendo que el matrimonio es para toda la vida, perdonándose sus errores cada día y principalmente reconociendo que el matrimonio es de 3 personas (Dios y ellos dos)
El siervo fiel, prontamente salió en busca de la doncella, pero hizo partícipe al Señor en su búsqueda. Llegó al pozo, cargado de oro, plata, vestidos y regalos, pero también con un «espíritu de oración». Le pidió señales al Señor para estar seguro que la futura esposa de su amo; sería de su misma familia y que fuera una muchacha especial, trabajadora, gentil, sumisa y diligente. La respuesta del Señor fue contundente; exactamente como el siervo la pidió, ¡así la otorgó el Señor! ¿Por qué tendría que ser diferente con nosotras en este tiempo? ¿Acaso el Señor no es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos? Si nosotras oramos y clamamos por un esposo o esposa para nuestros hijos… ¡Él nos los dará tal y como nosotras se los pedimos! La Oración es uno de los ingredientes principales en ésta receta; y obviamente convenir en lo que se pide.
El siervo, no demoró en regresar con la prometida. Isaac estaba todavía de luto por la muerte de su madre. Pero esperaba con paciencia y actitud de oración, sabía que «Dios estaba en el asunto». Ambos (Isaac y Rebeca) se vieron de lejos y se amaron. Rebeca estaba preparada para hacer la perfecta voluntad del Señor; y de forma espontánea fue a encontrarse con su desconocido esposo.
NO ES COMO EL MUNDO LO EXPRESA… ¡En el corazón nadie manda!…¡Uno no elige de quien enamorarse, sin importar si la otra persona es casada o de otra religión o del mismo sexo, etc, etc. Pero a la luz de su Palabra: 2 Corintios 6:14 «no os unáis en yugo desigual con los incrédulos…» Levítico 20:13 «Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables» Proverbios 6:32 «Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace». Y si se ha cometido cualquiera de esos pecados, ¡suficiente es la Sangre del Cordero de Dios! El sacrificio de Cristo Jesús en la Cruz del calvarios; para perdonarnos y hacernos verdaderamente ¡libres!, y tener la oportunidad de un nuevo comienzo ¡obedeciendo Su Palabra!.
En conclusión: Los padres y los hijos debemos ponernos de acuerdo con el cónyuge elegido. Es preciso que El Señor esté en el asunto. Que ambas familias bendigan la unión. Que se obedezca la Palabra del Señor…¡siempre! Esta es la única manera en que nos aseguremos que nuestras futuras generaciones tendrán, un «cuidado maternal adecuado» y un patrimonio bendecido por Dios (los bienes adquiridos por herencia) serán por todas las generaciones….
¡Especialmente la salvación!