Pastor Edvin Ramírez / Stereo Visión
La vida es hermosa, está llena de grandes paisajes, ríos, montañas, lagos, hermosos amaneceres y atardeceres, pero sobre todo de grandes hombres y bellas mujeres, en quienes vive el sentimiento más preciado «El Amor». Saludos y bendiciones amados lectores, estamos llegando a la quinta canción de amor inspirada por el rey Salomón y la Sulamita, su novia y esposa, de este bello libro hemos aprendido tanto a relacionarnos unos con otros, pero especialmente a los noviazgos y matrimonios quienes no solo conocemos el amor sino también lo disfrutamos. Pero hay algo que está dañando tremendamente las relaciones amorosas y es: La rutina, esta palabra encierra gran cantidad de derivados, entre ellos exceso de trabajo, fatiga, pereza y en sí el significado de esta palabra lo dice más claro: La rutina es una costumbre o un hábito que se adquiere al repetir una misma tarea o actividad muchas veces. La rutina implica una práctica que, con el tiempo, se desarrolla de manera casi automática, sin necesidad de implicar el razonamiento. Por esta razón al matrimonio o al noviazgo se le ha dado tan poca importancia en los últimos tiempos.
hoy conozcamos en el capítulo 7 de Cantares la expresión del gran poeta Salomón, donde no encontramos espacio para la rutina.
El novio: Princesa mía, lucen bellos tus pies en las sandalias. Las curvas de tus caderas son la obra maestra de un experto joyero. Tu ombligo es una copa llena del mejor vino. Tu vientre, un montón de trigo rodeado de rosas. Tus pechos son dos gacelas, tu cuello me recuerda a una torre de marfil. Tienen tus ojos el brillo de los manantiales de Hesbón. Afilada es tu nariz, como la torre del Líbano orientada hacia Damasco. Tu cabeza sobresale como la cumbre del monte Carmelo; hilos de púrpura parecen tus cabellos; ¡cautivo de tus rizos ha quedado el rey! ¡Eres muy bella, amada mía! ¡Eres una mujer encantadora! Eres alta como palmera, y tus pechos son dos racimos. He pensado en treparme y hacer míos esos racimos. Tus pechos se volverán dos racimos de uvas, y tu aliento tendrá fragancia de manzanas. Habrá en tus labios el gusto del buen vino que al correr moja y acaricia los labios y los dientes.
En estas expresiones vemos a un hombre enamorado y entregado por completo, no se limita a decir lo que siente y con palabras como estas ninguna mujer dejaría entrar la rutina a su relación de amor.
La novia: Yo soy de mi amado, y su pasión lo obliga a buscarme. Ven conmigo, amado mío, acompáñame a los campos. Pasaremos la noche entre flores de azahar. Cuando amanezca, iremos a los viñedos y veremos sus retoños, los capullos abiertos, y los granados en flor. ¡Allí te entregaré mi amor! Ya esparcen las mandrágoras la fragancia de sus frutos; hay a nuestra puerta fruta fresca y fruta seca. Amado mío, ¡los frutos más variados los he guardado para ti!
La Sulamita le sugirió a su marido, el rey Salomón: «¿querido vamos a hacer algo diferente? ¿vamos a salir un poco de la rutina?»
En la vida de una pareja, el hecho de escapar del estrés de la gran ciudad, olvidar un poco de las responsabilidades del trabajo y de la casa, y hacerse un tiempo para estar solos es una decisión inteligente e importante.
Ambos necesitan momentos a solas para profundizar cada vez más su intimidad. Esos períodos deben ser planeados y deben estar de acuerdo con el presupuesto familiar, pero es una inversión que vale la pena.
Dejar un poco las preocupaciones a un lado para disfrutar un momento especial con la pareja puede parecer hasta un poco funcional, espiritual e impracticable. Pero debe considerarse como una prioridad ante la vida estresante que llevamos impuesta por una sociedad obsesionada por la actividad. El objetivo de pasar esos momentos juntos es crear una atmosfera agradable para que el sexo pueda ser espontaneo e innovador, para que la comunicación sea abierta y sincera, para que se renueve el compañerismo y por supuesto, para que ambos se diviertan.
Dentro de lo posible, inviertan en una cena romántica, unas mini vacaciones o, simplemente en paseos con su esposa. Solo ustedes dos. Usted verá que su inversión derivará en ganancias considerables para su matrimonio y que esa será siempre una experiencia renovadora.
Recuerda siempre esto: La rutina al amor arruina, por eso la mejor inversión en nosotros mismos es la innovación en el amor, declararnos ambos lo que sentimos y admiramos el uno al otro, saber que el que ama es hijo de Dios porque Dios es amor.
Esperamos que este mensaje fortalezca y enriquezca tu relación amorosa, conyugal, de noviazgo, familiar o social. Soy Edvin Ramírez recordándote de que Dios te ama y Yo también.
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